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Helena Rohner. Diseñadora de joyas

"Diseñar es mi manera de intervenir en el mundo"

Cree en los trazos simples y en la limpieza de líneas, un modelo muy nórdico que le ha llevado a triunfar fuera de España

Helena Rohner, diseñadora de joyas
Helena Rohner, diseñadora de joyasJuan Lázaro

De Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la London School of Economics a su propio taller. Helena Rohner (Las Palmas, 1968) comenzó a hacer joyas tras apuntarse a un curso en Florencia. Fue a la universidad por presión paterna, pero por las noches creaba. Hace unos días acudía a Esade a explicar su modelo de internacionalización, algo natural para ella, ya que comenzó a vender en el extranjero.

¿Cómo definiría su estilo?

Por naturaleza me tiran más las cosas simples, esenciales y limpias. Intento que el diseño no sea recargado ni decorativo porque sí. Lo he heredado de la cultura protestante de mi padre, que es suizo. Es una concepción estética muy nórdica.

"Creo mucho en la recuperación de comprar algo especial, con alma, que tenga una historia detrás"

¿Y la esencia de la firma?

Soy yo. Cuando uno diseña, lo hace para sí mismo. Lo que te empuja a diseñar es encontrar en el mundo algo que buscas y no encuentras. Es la manera de intervenir en el mundo que te rodea.

Y en principios, ¿qué ha heredado o qué le inspira?

En los países escandinavos, donde trabajo mucho, hablan del diseño honesto. Me gusta mucho la expresión. Nada de florituras, hay que ir directa al grano. Es importante también llevarlo dentro de la empresa y en la relación con los proveedores. Hace 15 años que monté mi firma y una de las cosas que más me enorgullecen es tener un equipo que lleva más de 10 años conmigo. El proceso consiste en mejorar y ser limpio y recto con el trabajo que uno hace en el día a día.

¿Cómo ve el entorno empresarial? Después de la crisis se ha hablado mucho de la falta de ética...

No es solo un trabajo de hacer que a los clientes les guste el diseño, sino también de haber entregado siempre a tiempo, haber avisado si había un problema, de aceptar culpas si las hubo, seguir una relación de lealtad. Hay compañías que trabajan eso. Creo que lo que va, vuelve. Hay otras que se enfocan más en el momento y seguramente ganan más dinero que yo. Pero tengo que mantenerme fiel a lo que pienso. También es importante que los empleados crezcan dentro de la firma, dándoles oportunidades.

¿Sigue haciendo las joyas?

Sí. Menos que antes, cuando lo hacía yo físicamente todo. Tengo una pequeña superstición de que si no toco el modelo antes de que llegue a hacerse un prototipo, ya no es mío del todo. Siempre los intento tocar.

Usted es un pionera en exportar.

Mi historia es al revés. Primero fui internacional y después nacional. Yo vendí por primera vez a Barneys de Manhattan. Durante varios años no vendí en España, que ahora ocupa un 35% de la facturación.

¿Qué le falta a la creatividad española para vender más fuera?

A la creatividad no le falta nada. En España hay una creatividad muy auténtica que no se pone en valor. Nos vendemos muy mal. Para mí era lo más normal del mundo exponer en París. Era una cosa rara para mi generación. Ya la nueva generación no tiene ese bloqueo. Y a los diseñadores nos vendría muy bien creer en la asociación del gremio, presentarnos como grupo. Pero hay reticencias a no compartir información, hay mucha desconfianza. Está cambiando mucho.

¿Sus joyas son lujo?

Para demostrar que tienes capacidad económica, no. Es un lujo más asequible. Desde 40 euros a 300. Dirigido a un consumidor que quiere algo especial. Creo mucho en la recuperación de comprar algo especial, con alma, que tenga una historia detrás. Mi experiencia, además, lo confirma. Mi tienda de Madrid es un taller y vende el doble que la de Barcelona. Porque la gente compra la experiencia. Estoy por abrir más tiendas con mesita y martillo.

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