El año para decidir sobre el euro
Los Gobiernos de la eurozona quieren salvar su moneda. En 2012, los ciudadanos deberán decidir si están de acuerdo. Olvidemos por un momento la bazuca del BCE, los rendimientos de los bonos italianos en el 7% y la deuda superando el 125% del PIB. Tras una serie de crisis nacionales y cambios de Gobierno por toda Europa, la eurozona está cerca del momento crucial en que los ciudadanos, desde Lisboa hasta Leipzig, deben decidir si están dispuestos a hacer lo necesario para mantener con vida a la moneda única.
El euro ha sido una criatura política desde el principio, deseada y concebida por Francia y Alemania para reforzar los lazos europeos tras el fin de la Guerra Fría. Desde hace 10 años permite a sus miembros vivir en una soporífera felicidad impulsada por los bajos tipos de interés y la despreocupación de los mercados. Despertar de este engañoso letargo ha sido doloroso.
Pero lo que es peor, el dolor no se percibe igual en todas partes. Muchos sienten que la fuerte presión se debe al exceso de unos pocos. Las mayores bonificaciones de los banqueros desentonan con los recortes en los beneficios de las pensiones; asuntos que se encuentran en el núcleo de movimientos como Occupy Anywhere que reciben simpatías en EE UU y Europa.
Algunos de los ciudadanos de la eurozona -en Irlanda, Portugal y España- ya han votado para cambiar sus Gobiernos. Los franceses parecen preparados para despedir en mayo al presidente Nicolas Sarkozy. Los italianos también deberían tener la oportunidad de votar a un nuevo Gobierno cuando Mario Monti termine su mandado como primer ministro tecnócrata. Y muchos Gobiernos de la eurozona podrían someter a referéndum un nuevo tratado de la UE.
El euro se sitúa en el centro de estas acciones democráticas. Los políticos deben convencer a los ciudadanos de que una ruptura de la eurozona sería mucho más dolorosa que las reformas en curso.