Jarro de agua fría para la deuda soberana
El presidente del BCE, Mario Draghi, ha frenado en seco las esperanzas de que el banco central amplíe la compra de deuda soberana o que se haga a través del FMI.
Sorpresa. Resulta que las palabras del presidente del BCE, Mario Draghi, de la semana pasada y que provocaron en parte el rally de la deuda fueron malinterpretadas. Ante el Parlamento Europeo, el alto cargo dijo que el refuerzo estricto de la disciplina fiscal en la eurozona podría provocar la adopción de nuevas medidas, lo que dio lugar a un festival en el mercado de renta fija ante la expectativa de una incursión masiva del banco central en la compra de bonos.
Todos se equivocaron. Draghi asegura ahora que no quiso decir nada parecido a lo que se interpretó y que se vio sorprendido por la lectura que se hizo de sus palabras; es más, que considera una violación directa de los tratados de la Unión Europea no solo que el banco central compre directamente la deuda, sino que financie al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que lo haga en su lugar, según ha asegurado en la rueda de prensa posterior a la reunión del consejo de la institución.
Incluso ha hecho un guiño personal para justificar su respuesta. "Tengo edad suficiente para recordar que cuando se firmó el Tratado varios bancos centrales financiaban a sus países, creaban dinero para ellos, y también recuerdo a lo que dio lugar eso.... Por eso se decidió prohibirlo".
"¿Por qué el BCE no actúa como la Fed o el Banco de Inglaterra?", le ha preguntado a bocajarro una periodista italiana. "Porque los estatutos del BCE contemplan el mandato prioritario de mantener la estabilidad de precios y prohíben financiar a los Estados", ha contestado Draghi, nada incómodo y con una sonrisa en su cara. Por si su discurso no era suficiente para pinchar todo tipo de expectativas, el presidente del BCE también cargó contra el actual y limitado programa de compra de deuda de los países con problemas (España e Italia, entre ellos): "No puede ser eterno ni infinito", ha afirmado. Por supuesto, las Bolsas y las deuda han captado el mensaje a la primera. Los números rojos han vuelto por sus fueros y la prima de riesgo de España e Italia se ha disparado.
La receta del presidente del BCE no ha podido quedar más clara. Ellos se ocupan de bajar los tipos para combatir la debilidad económica y de garantizar la liquidez a los bancos para que el flujo de crédito se reactive; el resto, es cosa de los Estados y de la UE.