La Constitución hermana a adversarios y abarrota el Congreso de los Diputados
La celebración del Día de la Constitución ha servido este año para hermanar, o al menos conciliar por una jornada, a adversarios que hace quince días competían duramente en las elecciones generales, y ha tenido tal éxito que el Congreso de los Diputados se ha visto desbordado por la afluencia de invitados.
En cuanto el presidente de la Cámara, José Bono, ha concluido el discurso en el que ha pedido acuerdos, unidad y altura de miras a la clase política, los invitados se han repartido por las dependencias del Palacio de las Cortes, ya que el salón de Pasos Perdidos era espacio insuficiente para el cóctel.
Se reunían hoy, con sabor a despedida, el presidente del Gobierno en funciones, José Luis Rodríguez Zapatero, y el propio Bono, a quien no ha parecido dolerle tal circunstancia a tenor del protagonismo que, una vez más, ha acaparado con su discurso; y hasta algún exdiputado del PSOE se ha animado a acudir a la celebración.
Pero los más interesados en dejarse ver han sido los del PP, con el próximo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, escudriñado por todas las miradas y sometido a un constante vaivén de presentaciones, además acosado materialmente por un enjambre de periodistas que han mantenido una pintoresca conversación con él.
Muchos de los informadores han tenido que subirse sobre una tarima para escuchar, a duras penas, las palabras de un Rajoy afable que les ha admitido no haber descansado desde que el PP ganó las elecciones y que se ha atrevido a pronosticar una victoria del Real Madrid por 3 a 1 en el "clásico" del sábado contra el Barça.
Distintos han sido los varios y repetidos "corrillos" de Zapatero con los periodistas, con menos informadores al acecho, hasta el punto de que se ha podido hacerse fotos de recuerdo con algunos.
"Descansar" y "familia" han sido las palabras con las que ha tratado de definir el futuro de quien se marcha de La Moncloa, ha dicho, "con la conciencia tranquila" aunque esperando que la economía mejore.
También ha confesado que estos años han sido muy duros y ha admitido que van con el cargo las críticas y los abucheos.
Y es que este año tampoco han faltado los ciudadanos agolpados en la acera situada frente al Congreso, afanados en gritar a la llegada de los principales invitados. A Zapatero le han abucheado y a Rajoy, en cambio, le han aplaudido con entusiasmo.
Más desapercibido ha pasado en la calle Alfredo Pérez Rubalcaba, aunque dentro del Salón de Pasos Perdidos los periodistas políticos le han abordado insistentemente para tratar de averiguar sus planes de cara al próximo congreso federal del PSOE.
No los ha contado, pero el cerco organizado a su alrededor por más de una docena de informadores le ha llevado quejarse en broma y algo estoicamente de que le estaban haciendo "pressing".
Luego, libre ya del acoso mediático, Rubalcaba ha hecho un largo aparte con el líder del PP, Mariano Rajoy, en el que no han faltado las risas.
Ha sido en el hemiciclo, que será escenario del primer gran "cara a cara" entre ambos, en la sesión de investidura del 19 de diciembre, y que se ha visto invadido este año por el aluvión de invitados que no cabían en los otros salones.
Allí los nuevos diputados, sobre todo del PP, buscaban sus escaños y se hacían fotos mientras Soraya Sáenz de Santamaría, sentada en uno de ellos, conversaba con el presidente de La Rioja, Pedro Sanz.
No pasaban desapercibidos el actor Toni Cantó, que ha conversado largamente con Zapatero acompañado por otros diputados de UPyD, ni aquellos parlamentarios del PP a los que todas las quinielas sitúan en el Gobierno, como Ana Pastor, Alberto Ruiz-Gallardón o Federico Trillo, que no han soltado prenda sobre sus expectativas.
Así, avanzada la mañana, persistían las incógnitas sobre el nuevo Gobierno y también sobre el presidente que relevará a José Bono, a quien por cierto ha reclamado el diputado del PP Jorge Fernández Díaz mientras conversaba con unos periodistas.
Fernández, a quien se apunta como posible sustituto de Bono, le ha preguntado si había "acabado", en el buen sentido del término, con los informadores, y entonces ambos se han marchado para hablar a solas, mientras los periodistas les preguntaban si ya estaban organizando el traspaso de poderes.