El rediseño de la nueva Europa pasa por apretarse más el cinturón
Italia lanza un ajuste de 30.000 millones para cumplir un objetivo de déficit y España afronta el desafío con necesidades de 44.000 millones, según la UE. De Lisboa a Berlín, los recortes conviven con el miedo a otra recesión
La fiesta de la refundación de Europa prometida por el eje París-Berlín comenzará en la cumbre de esta semana (jueves y viernes) y será temática: austeridad fiscal para salvar al euro. Los propulsores del evento, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, adelantaron ayer que para mantenerse en el club será obligatorio vestir de etiqueta, la del 3% de déficit público, como máximo. Los mandatarios, que pretenden que un nuevo tratado sustituya al de Maastricht, buscan que haya sanciones automáticas a quienes incumplan la regla de oro del déficit. Asimilar en el ADN de la eurozona lo que hasta ahora era un compromiso coyuntural forzará a buena parte de los países miembros a hacer nuevos agujeros al cinturón y a endurecer las dietas de ajuste que ya recorren el continente.
Los tecnócratas, paradigma de los tiempos políticos que vive la Europa azotada por los mercados, han sido los primeros en actuar. La Italia pos-Berlusconi dio luz verde el domingo a un ajuste de 30.000 millones de euros, mientras que el gabinete del Lucas Papademos discute estos días cómo reducir en 5.000 millones los presupuestos de Grecia. Ayer mismo, Irlanda sorprendía con un nuevo plan para ahorrar 1.400 millones de gasto social y otros 750 en infraestructuras. Portugal acaba de endurecer el programa de austeridad que le impuso la troika (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) cuando fue rescatado. De confirmarse las previsiones de la Comisión Europea, España deberá ahorrar 44.000 millones hasta 2013 para cumplir con el objetivo de déficit. Y el ajuste no se ciñe solo a la periferia, también Francia trata de aligerar en 8.000 millones el gasto y de elevar en 12.000 la recaudación para conservar la triple A que ya cuestionan las agencias de rating.
La voluntad de los Estados de cumplir y abrir la puerta a una solución consensuada a la crisis de la deuda choca con el peligro de que la contracción del gasto derive en una nueva recesión sin haberse repuesto de la primera. Y eso contando con que esta vez la cumbre no decepcione a los mercados -y limite la especulación-, evitando que la soga que se ha aflojado estos días ahogue de nuevo a la deuda el próximo lunes, o el próximo mes.