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Columna
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No será fácil obtener el dinero de Brasil

El jueves pasado fue un día de orgullo para la mayor economía de América Latina. La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, estuvo en Brasil para pedir dinero prestado, un gratificante cambio de roles para un país que necesitó un préstamo sin precedentes del Fondo en 2002. Pero hacerse con algunos de sus 350.000 millones de dólares en reservas será difícil. Como el FMI, Brasil está condicionando su ayuda.

Siendo ahora un orgulloso miembro del club BRIC de la élite de los mercados emergentes y un creciente poder petrolero, sus políticos tienen un poderoso incentivo para ayudar a evitar el desastre en Europa. Ya ha quedado claro que están preocupados con la posibilidad de que el contagio de los males de Europa arribe a sus costas. A pesar de esto, Brasil no está dispuesto a entregar aún ninguna cantidad. En su lugar, la directora del Fondo obtuvo una anodina repetición de la posición de Brasil sobre su voluntad de contribuir más, en principio, seguida de una lista de advertencias. Brasil insiste de forma comprensible en más autoayuda por parte de Europa, incluyendo una acción más decidida del BCE. El ingreso per cápita de Brasil es solo un tercio del de la eurozona, según el Centro para la Investigación Económica y Política, por lo que sus líderes son cautelosos acerca de cualquier reacción interna por rescatar a países mucho más ricos. Brasilia también quiere más poder de voto. Esto se ha impulsado en los últimos años a poco más del 2%, y los políticos del país consideran que no ha seguido el ritmo del incremento de la posición internacional brasileña. Por último, Brasil no realizará ningún acuerdo sin sus socios BRIC -China, Rusia e India-. Y si finalmente llega el cheque, los funcionarios del FMI pueden decepcionarse con el tamaño. El primer y único préstamo del país al Fondo en junio de 2009 fue de unos magros 10.000 millones de dólares. Los líderes brasileños consideran las reservas como una póliza de seguro y es probable que sean reacios a desprenderse de gran parte. Eso quiere decir que no es probable que Brasil vaya a ser más que un actor secundario en cualquier plan de rescate.

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