Italia afronta el juicio de los mercados
Un fin de semana de infarto en Italia con un solo propósito: que todo esté listo el lunes antes de la apertura de los mercados. Mario Monti es ya el nuevo primer ministro, pero eso no cambia que la deuda de Italia sigue en el 125% del PIB y el BCE mantiene sus reservas de actuación.
Día 1 después de la dimisión de Silvio Berlusconi. Las calles celebran la salida del primer ministro, mientras el jefe del Estado, Giorgio Napolitano, se afana en formar un Gobierno de consenso. O, más bien, un Ejecutivo a imagen y semejanza de lo que piden los mercados. Es el segundo de Europa que regirá una nación democrática sin el respaldo de las urnas y lo hará con un horizonte mucho más largo que el de Grecia, puesto que está llamado a cubrir el plazo que le quedaba a Il Cavaliere. Sobre el papel, eso es abril de 2013, aunque ya se sabe: en la política italiana puede pasar cualquier cosa.
El excomisario Mario Monti ha sido el elegido. Un tecnócrata serio y de experiencia contrastada (eso dicen las hemerotecas), que en Bruselas, Alemania y Francia suena tan bien como lo hace Lucas Papademos para la nación helena. En su primera comparecencia, Monti ha prometido trabajar con "urgencia" y darle al país un futuro de "dignidad y esperanza".
Porque lo que importa realmente es el día 2 de la era post Berlusconi. Este lunes, día lectivo, laborable y con las Bolsas europeas abiertas desde la nueve de la mañana. Para el Viejo Continente, esa es la verdadera prisa y la razón del maratoniano fin de semana que ha gestionado el jefe del Estado italiano, Giorgio Napolitano, para que todo esté listo en ese momento. Los mercados tienen ya la cabeza de quien llevó la prima de riesgo italiana por encima de los 570 puntos básicos y en su tributo hay un Gobierno con el que solo podían soñar hace unas semanas. ¿Les bastará?
"No podemos imaginar que sin Berlusconi nuestros problemas están resueltos, pero ahora podemos empezar a trabajar para resolverlos", es el diagnóstico recogido por Bloomberg del diputado italiano Rocco Buttiglione, miembro de la Unión Demócrata de Centro.
Dicho y hecho. ¿O no? Italia sigue teniendo una deuda de 1,9 billones de euros, la segunda mayor de Europa, lo que supone cerca del 125% de su PIB. Las medidas de austeridad adoptadas este sábado por el Parlamento van en la buena dirección, al menos a juicio de la ortodoxia germana de los últimos tiempos, pero su resultado no será inmediato. Es cierto que la prima de riesgo ha bajado de las alturas gracias a la intervención del Banco Central Europeo al final de la semana, pero sigue por encima de los 450 puntos, esa línea roja a partir de la cual la principal cámara de compensación bancaria, LCH.Clearnet asfixia a las entidades financieras al encarecer el acceso a financiación. Todo ello dentro de una Europa cada vez más cerca del estancamiento económico y con muchos países a un paso de la recaída en la recesión, según las últimas revisiones de las estimaciones de instituciones y casas de análisis, y con sus líderes obsesionados aun así por las medidas de austeridad. Y, mientras tanto, Grecia sigue siendo incapaz de pagar sus deudas...
La mayoría de los expertos, con todo, creen que la caída de Berlusconi y el camino que ha emprendido Italia servirán para calmar los ánimos. Pero muchos se temen que solo a corto plazo. Si algo ha demostrado esta crisis es que las previsiones catastrofistas tienden a hacerse realidad y ahí están las declaraciones del maestro en estas lides, el economista Nouriel Roubini. "Creo que hay una alta probabilidad de que el plan A para Italia demuestre su ineficacia en los próximos 12 meses", aseguraba este fin de semana, en una entrevista con Reuters. El problema es que el plan B que quedaría sería la reestructuración de la deuda y la salida del euro, añadía.
A favor de un futuro más optimista, están los que proclaman que los problemas de muchos países de Europa se basan en la falta de confianza y que, con Berlusconi fuera, Italia ha ganado mucho en este campo. A la misma tesis ayuda la interpretación que se ha hecho en las últimas semanas del comportamiento de los líderes de la Comisión Europea, del BCE y de las grandes potencias (Alemania). La llamativa ausencia de medidas ha llevado a algunos a pensar que se dejó caer a Italia con el objetivo de forzar la salida de Berlusconi, de forma que ahora sí se podría esperar una reacción contundente que aparte a la deuda italiana del abismo.
Pero para eso Alemania tendría que ceder mucho terreno y permitir al BCE ignorar sus estatutos y emprender una compra masiva de bonos de países problemáticos. Otros bancos centrales (Reino Unido, Japón, Estados Unidos...) no han tenido problemas para abrir vías heterodoxas de salvación, pero con Angela Merkel intentando ganar peso en el BCE para que se cumpla su voluntad los mercados seguirán desconfiando de esta posibilidad hasta que la vean con sus propios ojos. Al final, lo que está en juego no es si las Bolsas abrirán al alza hoy y de cuánto será la subida, sino una caída de Italia que arrastraría a todo el euro y que solo el BCE puede evitar. Y eso no se decidirá en un día.