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Columna
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La presión de la UE, un juego de riesgo

La eurozona y el BCE juegan con fuego en Italia. Esperan que el aumento del diferencial obligue a Roma a actuar. Pero un colapso en el tercer mayor mercado de bonos podría acarrear graves consecuencias. La última huida de los mercados, desencadenada por la promesa de renuncia de Silvio Berlusconi, puede estar acelerando la formación de un nuevo y creíble Gobierno. La eurozona parece contenta de dejar trabajar a las fuerzas del mercado. El BCE los apoya comprando deuda italiana, aunque no en grandes cantidades.

Pero una huida puede tener consecuencias graves en un mercado de bonos de 1.500 billones de euros. Los bancos han tenido que aumentar los márgenes en más de 200 millones de préstamos respaldados por deuda italiana, conocido como repo. El peor de los escenarios sería una espiral que forzara las ventas, lo que provocaría colapsos en los mercados y obligaría a los bancos a buscar fondos de emergencia, con riesgo de pánico bancario. Por el momento, eso no está pasando. Los préstamos de emergencia del BCE aumentaron hasta los 7.700 millones desde los 1.200 de ayer, pero se mantienen por debajo el pico de octubre de 2008 de 25.000 millones. La diferencia entre los tipos a tres meses de préstamos bancarios no garantizados en euros y la tasa de intercambio durante la noche, una medida de estrés de financiación bancaria, se sitúa en los 83 puntos básicos, frente al pico de los 190 puntos de octubre de 2008.

Otros mercados sufren. España está en primera línea -su diferencial de bonos aumentó 20 puntos básicos ayer-, pero el campo de batalla está probablemente en Francia; una simple rebaja de calificación podría paralizar los mecanismos de rescate de la eurozona. Los diferenciales franceses aumentaron alrededor de 10 puntos básicos, hasta los 145 puntos, aunque el mercado no está quebrado. Los diferenciales franceses a 10 años oferta-demanda, una medida del coste de compraventa de los bonos, está por debajo de su pico de agosto. Los mercados pueden consolarse pensando que el BCE intervendrá si las tensiones aumentan. Pero la tolerancia de Europa al contagio no es clara, y el camino de la estabilidad en Italia podría ser difícil. Quedan semanas duras.

Por N. Unmack / G. Hay.

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