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Tribuna
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Agravio bancario sobrevenido

La cumbre de la Unión Europea ha trazado las principales líneas que pueden definir el camino hacia una mayor estabilidad financiera en la eurozona, pero todavía queda camino por recorrer para una verdadera resolución de las principales cuestiones. Es cierto, en todo caso, que se trata del paquete de medidas más contundente aprobado en Europa en esta crisis. Para España, la cumbre deja un regusto amargo porque parece que los bancos españoles, al margen de los griegos, son los que más necesidades de capital tienen en toda Europa, un nuevo regalo de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) de difícil digestión.

En lo que al problema de la deuda soberana se refiere, la capacidad de la Facilidad de Estabilidad Financiera Europea (EFSF) se ampliará hasta un billón de euros. Será necesario contar con mecanismos de financiación adicionales. Por eso, los líderes europeos han planteado que parte del EFSF se financie con la participación de un fondo de inversión externo en el que, entre otros, se espera que concurran países como China o Rusia.

En este punto, puede ser potencialmente problemático que se haya puesto el futuro de la deuda europea en manos de terceros países y del FMI. Entre los aspectos más positivos del nuevo EFSF, este fondo podría garantizar hasta el 20% de las nuevas emisiones de deuda pública, lo que debe coadyuvar en alguna medida a frenar la especulación con deuda soberana.

En el terreno de la financiación también resulta destacable el anuncio hecho por la EBA de que, al parecer, se está trabajando para ofrecer garantías públicas que favorezcan el acceso de los bancos a los mercados de deuda, de modo que se alivien las restricciones de liquidez y se favorezca el crédito. También se ha acordado establecer una quita en la deuda griega del 50% y que puede ser un mecanismo suficiente para ordenar lo que es, de facto, el impago griego.

La parte más delicada, en particular para España, es la que se refiere a la recapitalización. El requerimiento fundamental es elevar el core Tier 1 capital hasta el 9% y una valoración de mercado de la deuda soberana, siguiendo los criterios establecidos por la EBA. Según la propia EBA los cinco mayores bancos españoles precisarán de 26.161 millones de euros adicionales en capital. Llama la atención que para Alemania y Francia estas necesidades se cifren en 5.184 y 8.844 millones de euros, respectivamente, porque si esas son las cantidades que deben frenar la sangría que los bancos de estos países han vivido en las Bolsas en los últimos meses es que algo no se está definiendo de forma adecuada. Al margen de que, como explicaron ayer, los bancos españoles sean capaces de enfrentar este incremento requerido de la solvencia, surgen varios interrogantes incómodos para España. En primer lugar, existe un agravio comparativo que deja la percepción relativa de la solvencia española dañada.

Además, aunque parece que se ha alcanzado algún tipo de acuerdo, persiste la gran incógnita de hasta qué punto los bonos convertibles serán considerados capital de máxima categoría. Parece que existe un compromiso a tal efecto, pero en la nota de la EBA, de momento, solo se explicita que "solo las nuevas emisiones" serán consideradas y bajo "criterios muy estrictos". Hubiera sido mucho más conveniente, por señalización e imagen, que se hubieran cerrado estos criterios y que las necesidades se hubieran expresado ya descontadas las convertibles.

Además, parece que tras las elecciones del 20-N el nuevo Gobierno habrá de consolidar con firmeza una estrategia para la reordenación y recapitalización bancaria española. España ha intentado adelantar los deberes, imponiendo requerimientos de capital de máxima categoría de entre el 8% y el 10% para todas las entidades. Ahora llega la EBA y cambia el paso para obligar el 9% a las entidades de mayor tamaño, justamente a las que en España se les exige un 8%.

Tal vez alguien en Europa debería plantearse si otras entidades europeas que no están sujetas a los nuevos requerimientos en otros países europeos (por no ser las de mayor tamaño) no entrañan un riesgo sistémico. Parecía que las dudas que había en España no eran sobre los grandes bancos, pero ahora la EBA ha puesto ahí el blanco. Es inevitable que tengamos que alinearnos con el plan europeo para la banca, pero al tiempo hay que trazar una estrategia de acción política que permita a España lucir de algún modo que es el único país europeo que ha emprendido una verdadera reordenación del sector, que es algo más que inyectar capital.

Santiago Carbó Valverde. Director de Estudios Financieros de Funcas

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