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Opinión
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Una necesidad y además una urgencia

Con la globalización como telón de fondo, y teniendo que hacer frente a una cada vez mayor y más exigente competencia, las empresas vascas vienen acometiendo desde hace años un significativo proceso de internacionalización que la grave situación de crisis socioeconómica en que nos encontramos contribuye a acelerar. La tradicional apertura del tejido económico vasco al exterior ha hecho que nuestras empresas, muy especialmente las industriales, hayan tenido que buscar progresivamente nuevos mercados. No solo como fuente de abastecimiento o como destino de sus productos y servicios, sino también como elemento estratégico de posicionamiento, con implantaciones directas en aquellos países con mayores perspectivas de desarrollo, más aún en un momento económico en que tanto el mercado interior, como buena parte del europeo, no terminan de repuntar y son las economías emergentes las que lideran el crecimiento económico.

En 2010, de hecho, las empresas vascas exportaron al exterior el 61,2% de nuestro PIB, unos 40.000 millones de euros. Exportación que, sin embargo, todavía será preciso diversificar teniendo en cuenta que los países de la zona euro copan el 51% de la misma, mientras que los BRIC solo alcanzan todavía el 7%. Este proceso de internacionalización ha sido especialmente destacado a partir de los años noventa en las empresas más grandes. Seguir creciendo en su sector, diversificar riesgos, ganar competitividad, aprovechar costes productivos más ventajosos, compensar o amortiguar las caídas de la demanda del mercado interno o porque sus clientes así se lo exigían han sido a menudo las razones que lo han impulsado.

Pese a los esfuerzos que también vienen realizando, las pymes han tenido, sin embargo, por sus propias características y limitaciones, muchos más problemas a la hora de abordar un reto al que también están progresivamente obligadas. Las pymes vascas, en razón de su tamaño, del desconocimiento de los mercados o de la dificultad de obtener los recursos necesarios, se han mostrado durante mucho tiempo reticentes a dar el salto internacional. La crisis económica, la presión de la competencia o sus propias circunstancias han hecho, no obstante, que la salida al exterior se viva como algo ya prácticamente inevitable para un amplio espectro de compañías.

Son varias las razones que, junto a las esgrimidas, están fomentando también este proceso. En primer lugar, la exigencia de los clientes nacionales y de las grandes compañías vascas que se han ido a radicar al extranjero con implantaciones productivas, y que solicitan el apoyo directo y cercano de sus proveedores en los nuevos mercados. Independientemente de la vía utilizada, el de la internacionalización es un proceso que no se improvisa y que requiere tiempo, por cuanto se trata de un desafío con múltiples incertidumbres, complejo, costoso y sometido tanto al éxito como al fracaso. La decisión de vender en el exterior o de implantarse en él debe partir, por tanto, de un análisis estratégico global.

Miguel Ángel Lujua. Presidente de Confebask

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