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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El automóvil necesita sosegarse

La patronal de los concesionarios de automóviles Faconauto ha denunciado ante el Ministerio de Industria -que juega el papel de mediador en el sector- que varias marcas -productoras en España o importadoras- han comunicado a sus redes de distribución que rescinden sus contratos en el plazo de dos años. La decisión no es nueva en la industria, pues es práctica frecuente que cuando cambia la normativa se modifiquen los contratos para adaptar las condiciones a la nueva regulación. En esta ocasión un nuevo reglamento de la CE, el 330/2010, que entrará en vigor en mayo de 2013, justifica que los fabricantes hayan comunicado con un preaviso tan amplio el cambio de condiciones. Los recovecos jurídicos recomiendan plazos tan dilatados.

Pero los motivos van más allá de unos meros cambios legislativos. Algunas compañías reconocen que sus redes han quedado sobredimensionadas ante la fuerte caída de las ventas en los últimos tres años y han empezado a notificar a algunos concesionarios que prescindirán de sus servicios cuando se cumpla el plazo del preaviso. Se entiende la decisión de las marcas de ajustar su red comercial a las nuevas circunstancias del mercado. Ha sucedido en todos los sectores y el automóvil no tiene por qué ser diferente. Aunque suponga una decisión traumática para muchos empresarios que llevan años en el sector, es razonable que se fortalezcan los concesionarios que sobrevivan aumentando sus áreas comerciales.

Desde las redes comprenden la necesidad de redimensionar los puntos de venta y como empresarios que son, lo comparten. Sin embargo, critican los métodos. Defienden, con sentido, que la elección no debería imponerse por las marcas, sino que debería producirse por selección natural. Aquellos concesionarios más débiles acabarán sucumbiendo, como han perecido otras muchas empresas, sin necesidad de que nadie les dé un empujón.

En cualquier caso, sería conveniente que las aguas se tranquilizasen en el sector. La crisis ha encrispado las relaciones entre fabricantes y distribuidores -y no solo en el automóvil- pues unos y otros han querido repartir barriendo para casa los sacrificios que implica el derrumbe de las ventas. Es natural, pero muy peligroso. Fabricantes y vendedores se necesitan y complementan como las dos caras de una moneda. En este sentido, conviene recordar que si los conflictos nunca son buenos, lo son mucho menos dentro de una misma cadena.

La mejor manera de sortear las duras corrientes por las que transita el sector es remar al unísono y en la misma dirección. Y eso solo se consigue dialogando y pactando las medidas a tomar, por duras que sean. La imagen de jaula de grillos no es buena para inspirar confianza a los clientes, que ya son reticentes a comprar a causa de la crisis.

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