La banca europea regresa al futuro
Los fondos bancarios europeos están haciendo, una vez más, acto de desaparición. Tras el colapso de Lehman en 2008, las entidades de crédito sufrieron una crisis de liquidez, ya que los inversores dejaron de comprar deuda y los mercados interbancarios se secaron. Aunque los prestamistas europeos están ahora en mejor forma, las señales de advertencia parpadean de nuevo. El problema inmediato está en los fondos del mercado de dinero estadounidense. En momentos de normalidad, estos fondos habrían extendido el crédito a los prestamistas europeos de tres a seis meses. Ahora, los bancos franceses con gran exposición a los problemas italianos obtienen 30 días. Están apareciendo signos de estrés. El coste de cambiar euros por dólares durante un periodo de tres meses se ha incrementado desde los 34 puntos básicos el 21 de julio a los 61 puntos de ahora. El ratio al que los bancos se prestan dólares entre sí a tres meses está en su nivel más alto desde mayo. Pero hay algunas diferencias con 2008. En primer lugar, los prestamistas tienen mucho más capital y son menos dependientes de la financiación a corto. En segundo, muchos bancos europeos han cerrado ya una gran cantidad de financiación a largo plazo. Gran parte de las entidades ha reunido entre el 65% y el 85% sus necesidades de financiación para el año en el primer semestre, según Morgan Stanley. Aunque si los mercados no reabren en otoño, la crisis podría recrudecerse. Ahí es donde entra el BCE. El banco ofrecerá cantidades ilimitadas de financiación a seis meses. Y si los fondos estadounidenses desaparecen por completo, puede activar las facilidades de cambio de dólares, que permite cambiar las divisas con la Fed. Estas válvulas de escape deberían permitir a los bancos europeos evitar repetir la crisis post-Lehman. Pero eso dejará al BCE en la posición de apuntalar al sistema -una vez más-.