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La opinión del experto
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Cómo será el día de mañana?

Javier Fuentes Merino reflexiona sobre la incertidumbre en la que viven los ciudadanos, los empleados y los directivos de las empresas debido a la crisis, lo que les impide tomar decisiones

Una sociedad sin rumbo es una sociedad sin perspectiva del día de mañana. No saber qué es probable que venga al día siguiente de nuestras vidas con algo de certeza, más que una aventura, resulta una incertidumbre que lleva al desánimo y a la pereza personal, financiera y social.

Si no sabemos que mañana las cosas serán distintas (puede que mejores o peores), caemos en el desánimo, como en el cuento Los inmortales de Borges. ¿Para qué hacer algo si siempre va a pasar lo mismo? Esa es la sensación que tienen muchos empresarios, trabajadores o políticos, esa sensación de que llevamos tiempo sin que nada cambie en profundidad, solo cambian las cosas en la superficie.

Ese desánimo personal conduce al miedo financiero y ese miedo financiero es el que lleva tres años atrapando a España y a gran parte del mundo. Estamos en el momento de la historia en el que hay más dinero depositado en las cuentas de los bancos, pero este dinero ni se gasta ni se invierte, está en las cuentas corrientes o en los depósitos, acogotado a la espera de saber qué pasará mañana o, al menos, a saber que el día de mañana será distinto al día de hoy.

El desánimo personal conduce al miedo financiero y este es el que lleva tres años atrapando a España

¿La situación económica actual de España es mala? Por supuesto, quien lo niegue no sabe leer las variables que definen a una economía. No obstante, el problema no es la situación actual, sino la falta de perspectivas de futuro. El desconocimiento genera miedo, el miedo produce inmovilización y la inmovilización es el peor mal que puede sufrir una economía, porque la economía es sinónimo de equilibrio dinámico, no de tensa espera estática sin saber qué vendrá después.

España necesita un buen día de mañana, pero ese día de mañana solo podrá ser bueno si conseguimos fijar el pensamiento económico en la estabilidad, en saber qué reglas del juego tendremos, qué tipos impositivos, qué nuevos impuestos, qué regulación laboral y financiera, qué marco jurídico. Si todas estas cuestiones continúan más tiempo en una nebulosa espuria, generada artificialmente desde algunos estamentos políticos, institucionales y financieros, mantendremos la incertidumbre, el miedo y la parálisis.

Solo hay una receta para salir de esta crisis en España, saber cuán malas o cuán buenas o catalizadoras de la economía serán las reglas futuras y eso únicamente es posible imponiendo ahora las reglas que serán la base del futuro. Se puede operar en un entorno con reglas perjudiciales pero no se puede operar en un entorno con reglas cambiantes, provisionales o con percepción de provisionalidad.

En los países que se han implantado reformas de forma profunda (criticadas o no) las empresas y las personas saben cuál es su nuevo paradigma de actuación y actúan, con mayor o menor éxito, sabiendo que su Estado ha delimitado el terreno de juego.

Si el terreno de juego es amplio, utilizando un símil futbolístico, se podrá jugar con pases en largo. En cambio, si el terreno es reducido, habrá que jugar con pases en corto. El problema de España es que muchos no tenemos idea aún de si estamos jugando al fútbol o a otro deporte y esa es una incertidumbre tan sumamente grande que hace que la contracción económica, entendida desde el punto de vista del dinamismo, sea excesiva.

Ante esta estructura (ya no podemos hablar de que la situación sea coyuntural), ¿qué podemos hacer? La respuesta es que solo podemos comenzar a resolver el problema con un impulso desde las instituciones. Sin ese impulso, los trabajadores contratados seguirán asustados, deprimidos y sin ver la salida a la crisis, seguirán contrayendo el gasto, no invirtiendo y temerosos de perder su empleo.

Por otra parte, las empresas españolas continuarán destinando sus inversiones a otros países con reglas del juego de futuro definidas, sumado a que las empresas extranjeras seguirán teniendo miedo de invertir en un país de economía indefinida.

No nos olvidamos de los desempleados. Con las ideas expuestas, no se crea empleo y el tiempo de encontrar un nuevo empleo será excesivo. Todo ello lleva a un eterno retorno de lo mismo, como el que describía Nietzsche.

Velemos por un cambio de rumbo en la política española, en la patronal, en los sindicatos. Velemos por un gran acuerdo nacional, gobierne quien gobierne, para que se delimite el futuro implantándolo en el presente y todos los agentes de la economía podamos tener la certidumbre e imaginar cómo será el día de mañana.

Javier Fuentes Merino. Director general del grupo Redes de Venta Proactiva y profesor de Marketing de la UAM

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