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Una apuesta personal de César Alierta

El Consejo Empresarial para la Competitividad acaba de ofrecer su primer fruto, con un estudio sobre las fortalezas y perspectivas de la economía española que es un ejemplo de cómo equilibrar la descripción de un panorama coyuntural más que difícil con una perspectiva de futuro esperanzadora manteniendo un tono políticamente correcto.

Este grupo, en el que está representada la flor y nata del empresariado español, nació con el objetivo de tratar de mostrar a la opinión pública, tanto nacional como internacional, un punto de vista diferente e independiente de cómo se hacen las cosas en España, con la finalidad última de reforzar la marca del país en los mercados mundiales. De hecho, la mayoría de ellos sufren cada día en sus road shows las dudas que los inversores internacionales arrojan sobre el presente y el futuro de la economía española.

Pero el Consejo también nació con alguna sombra de duda en cuanto a su duración y a la intensidad de los trabajos que había anunciado. Cierto es que la creación del Consejo Empresarial para la Competitividad levantó ampollas entre todos aquellos que no fueron invitados a participar en él y que se enteraron de su existencia gracias a una exclusiva de Cinco Días. Aunque no es menos cierto que no es fácil disciplinar a un equipo formado por César Alierta, Isidoro Álvarez, Emilio Botín, Antoni Brufau, José Manuel Entrecanales, Isidro Fainé, Francisco González, Pablo Isla, José Manuel Lara, José Manuel Martínez, Florentino Pérez, Rafael del Pino, Juan Roig, Ignacio Sánchez Galán y el Instituto de la Empresa Familiar (representado por Isak Andic, Simón Pedro Barceló y Leopoldo Rodés).

Sin embargo los detractores del proyecto no han tenido en cuenta que el presidente del Consejo es un maño de pura cepa, César Alierta. El presidente de Telefónica se ha tomado como algo personal el Consejo, hasta el punto que ha montado un despacho junto al suyo en Las Tablas al director del proyecto y responsable del día a día de la organización, Fernando Casado.

Ese entusiasmo se ha trasladado al resto de los miembros del proyecto, hasta tal punto que todos tienen marcado en rojo en su agenda la cita mensual del Consejo. Incluso alguno de ellos cogió su avión privado en plena Semana Santa para acudir a la reunión que se había fijado en la sede de Telefónica. Pero es más, la apuesta es tal que todos los departamentos de las empresas implicadas tienen orden tajante de atender prioritariamente las peticiones de información y de contraste de pareceres que sugiera Casado.

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