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La opinión del experto

El futuro de los ingenieros industriales

Juan Gallostra Isern cree que el prestigio internacional de la ingeniería española es su principal activo. Las claves: conocer las fortalezas, centrarse en uno o dos mercados, buscar los socios adecuados y perseverar

Como la práctica totalidad de los sectores de servicios españoles, el de la ingeniería se encuentra inmerso en una difícil situación económica desde hace ya varios años. Después de casi 15 años de crecimiento sostenido, el parón en todo el sector inmobiliario está afectando gravemente a un colectivo altamente cualificado y que costaría mucho recuperar si se llegara a perder. A la hora de realizar propuestas de futuro para nuestra actividad, conviene perfilar las condiciones de nuestro sector para poder presentar estrategias de recuperación y crecimiento.

Creemos que es un sector que se ha caracterizado por tres notas principales: su competencia y prestigio, su atomización y su protección reguladora. La ingeniería española goza de un merecido prestigio internacional ganado por la continuada demostración de su capacidad. Grandes obras industriales, civiles o de edificación de todo el mundo se han realizado con participación de ingenieros y de ingenierías españolas. Y es sobre este prestigio internacional sobre el que tenemos que apalancarnos para salir decididamente al exterior a ofrecer los servicios de ingeniería.

La internacionalización de actividades no es nunca sencilla, y tampoco lo es lógicamente la de la ingeniería. Creemos que los aspectos clave para tener éxito en esta aventura son: conocer nuestras fortalezas (aquello en lo que podemos ser competitivos a nivel mundial), centrarse inicialmente en uno o dos mercados, buscar socios locales adecuados y perseverar el tiempo suficiente en un empeño que no tiene un retorno inmediato. Los primeros frutos regulares del esfuerzo de salida al exterior no suelen venir hasta pasados dos o tres años del inicio de las actividades internacionales.

A la hora de escoger los países donde intentar penetrar y estar presentes, conviene considerar primero si vamos a buscar países menos desarrollados que el nuestro (ofreciendo entonces nuestra experiencia y tecnología pero en un mercado mucho más económico que el nuestro) o, al contrario, pretendemos introducirnos en mercados más desarrollados (donde nuestra baza de entrada será la competitividad en costes). En cualquier caso, la internacionalización es una opción estratégica necesaria para compensar la disminución de la actividad de nuestro sector en España, que no se recuperará a corto ni a medio plazo.

Para conseguir una eficaz presencia exterior de las ingenierías debemos necesariamente crecer en tamaño, superando la atomización de las empresas. Hace falta espíritu empresarial y generosidad para ir construyendo equipos más potentes a partir de las individualidades que conforman hoy la mayoría del sector. Necesitamos más empresas de gran tamaño. Estas ingenierías así reforzadas podrán cubrir una mayor gama de servicios, mejorar en productividad, acceder con mayor facilidad a las fuentes de financiación, dedicar recursos a investigación y desarrollo, promover alianzas con otros partícipes en proyectos (constructoras, proveedores de equipos), asumir riesgos en colaboración con los clientes (garantías de plazo, precio y prestaciones), y participar como socios en proyectos tipo llaves en mano o concesionarios.

Como ejemplo de lo dicho podemos ver lo que ha ocurrido en el ámbito asociativo en nuestro sector. Primero nació Asince (Asociación Española de Ingenieros Consultores), dentro de Fidic (Federación Internacional de Ingenieros Consultores), fundamentalmente para la defensa y promoción de la ingeniería de consulta individual. Se fundó posteriormente Tecniberia, como patronal de las empresas de ingeniería. Poco a poco al principio, y decididamente en estos últimos años, Asince se ha integrado en Tecniberia, y Fidic es ahora de hecho una federación de asociaciones de empresas de ingeniería.

Y, por último, debemos evolucionar desde una actividad fuertemente regulada (planes de estudios, leyes de atribuciones y de servicios, colegios profesionales) a una mucho más liberalizada, siguiendo un modelo anglosajón como el que domina el sector en todo el mundo. Bajo el amparo del nuevo Espacio Europeo de Educación Superior se han creado recientemente, en las distintas universidades españolas, multitud de títulos referidos a la ingeniería. Pensamos que con el tiempo irá aposentándose este exceso de oferta, quedando los más prestigiosos y útiles. Pero los jóvenes que hoy quieren cursar estudios de ingeniería tienen tanto donde escoger que están confundidos.

Pasamos así de un sector reglamentado, donde el esfuerzo por tener un título se premiaba con unas atribuciones en exclusiva, a un mundo donde para abrirse camino contará mucho más la formación y la experiencia que la titulación concreta. Serán necesarias, en este nuevo entorno, asociaciones profesionales y empresariales potentes que defiendan los intereses de los ingenieros y las empresas de ingeniería y presenten mejor el valor añadido de nuestra actividad.

Por tanto, creemos que las estrategias comentadas (crecimiento por integración, internacionalización de la actividad y asociacionismo profesional y empresarial) ayudarán a un sector que es punta de lanza de muchos otros (construcción, bienes de equipo, energía) y que tiene la gran experiencia del desarrollo de infraestructuras en España en los últimos 30 años como su principal activo para ponerse en valor en el resto del mundo.

Juan Gallostra Isern. Director general JG Ingenieros

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