¿Y si Grecia dice 'no'?
Hoy es el día señalado. El Parlamento votará el plan de austeridad y el examen de contención del gasto es clave para que la UE y el FMI sigan prestando asistencia financiera al país y se desbloqueen los 12.000 millones del quinto tramo destinado a cubrir las necesidades de liquidez de julio.
Y en medio de la inquietud sobre si el partido de Yorgos Papandreu logrará el apoyo suficiente para aprobar el plan de ajuste, surge también el temor sobre el alcance que podría tener la negativa griega en el conjunto de la zona euro. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, y el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, no han dudado. No hay plan B para Grecia. Con estas seis palabras el mensaje queda claro. Sin embargo, como ya ha sucedido en otras ocasiones, desde Alemania su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ha alimentado la especulación al declarar que "la Unión Europea está suficientemente armada como para superar todas las consecuencias de la crisis en Grecia, aun si el país heleno entra en quiebra. Estamos estudiando una alternativa", declaraba al Bild am Sonntag.
Desde el entorno del mercado, Nuria Álvarez, de Renta 4, cree que si no se aprobara el plan de ajuste, "Grecia no tendría fondos para afrontar los vencimientos de julio y agosto y la quiebra sería cuestión de horas. Es imposible que se les dejase caer así. Seguro que Europa y el FMI harían algo. Las Bolsas y los diferenciales se hundirían. El efecto contagio sería brutal y el interbancario se cerraría con mayor virulencia que en 2008. En el fondo, la aprobación es un problema político entre la oposición y el Gobierno. La amenaza de la UE es un farol".
"Si no se aprueba, el diluvio". Santiago Carbó, catedrático de la Universidad de Granada, no duda en señalar que si el plan no sale adelante "viviríamos un terremoto financiero y al final se tendría que llevar a cabo otro rescatazo, aunque no sé si daría tiempo. Se deberían liberar igualmente los 12.000 millones". "En Grecia hay una fatiga crónica. Lo único que se está haciendo es ganar tiempo, se está aplicando el mismo tratamiento que se llevó a cabo hace un año. Lo que está claro es que los términos actuales de plazo, volumen y cantidad son inasumibles. Haría falta una transferencia de renta a Grecia. En el fondo hay que replantear una nueva UEM, ver si hay que emitir bonos europeos".
José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, cree por contra que "no hay plan B. La no aprobación del plan significa el default. Europa solo podría intentar poner medidas de contención para aplacar la dureza del contagio".
Los mercados dieron ayer un cierto respiro a la deuda periférica, anticipando una solución al problema griego. Pero la duda que siempre queda es si la calma puede preceder a la tormenta perfecta.