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Columna
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Los problemas reales de Philips

Royal Philips Electronics sufrió el miércoles su peor día en Bolsa en más de dos años tras su última alarma de beneficios. Sin embargo, el 10% de la pérdida de valor en el mercado no pone fuera de juego al grupo holandés. Los 16.000 millones de euros de la compañía son aún demasiados para una compra total de acciones, y demasiado extensos para tentar a un comprador estratégico. Eso da a su nuevo CEO, Frans van Houten, algo de espacio para reestructurar y, posiblemente, incluso comprar su salida a los problemas.

La advertencia se centró en la debilidad de su negocio de luz y consumo electrónico en el segundo trimestre. Philips dice que revelará "más acciones decisivas" para enfrentar los problemas rápidamente. Asimismo, sus dificultades deberían alarmar a su competidor Siemens, que también intenta reflotar su negocio de luz.

Pero lo cierto es que el batiburrillo del conglomerado de Philips -que comprende también una rama médica siendo la que genera mayor interés- es disuasorio tanto para compradores estratégicos como inversores. Separar la cotización para algunas de sus unidades de negocio, creando para cada una de ellas una proposición más clara a los inversores, podría llevarla a ser mejor valorada en el mercado de valores de lo que está actualmente bajo un solo paraguas.

Pero sería mejor si van Houten se centrara en mejorar el potencial de beneficio de Philips en general antes de hurgar en la estructura. El grupo tienen un balance fuerte y dispone de efectivo. El movimiento lógico sería ponerse en forma: comprar crecimiento y perseguir acuerdos que puedan proporcionar rápidas oportunidades de reducción de costes.

A los inversores podría no gustarles la idea de que una compañía en dificultades se endeude para hacer acuerdos. Pero no es probable que prefieran una defensa estratégica a largo plazo. Van Houten necesita sacar el máximo provecho de su posición relativamente aislada para pensar a lo grande.

Quentin Webb

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