Reino Unido es más que una isla
Reino Unido no puede lavarse las manos con Grecia. Algunos de sus políticos eurescépticos, que incluyen a Boris Johnson, alcalde de Londres, están encantados con la idea de que los países en graves dificultades puedan abandonar la moneda única. Pero deberían tener cuidado con lo que desean. Una consecución de quiebras y la ruptura del euro supondrían un retorno al hospital para los bancos británicos y acabar con la economía europea, principal socio comercial de Reino Unido.
Se puede entender por qué los euroescépticos reaccionan con regocijo ante la miseria del euro -predijeron que acabaría en desastre-. Pero mientras eso está por ver, es cierto que el proyecto fue prematuro y que no debería haberse permitido la adhesión a Grecia, en particular.
Deshacer el entuerto es un asunto complicado -en especial si se hiciera ahora-. Es difícil ver cómo Grecia podría abandonar el euro en este momento sin que se produjera un colapso de su sistema financiero. Los ciudadanos de a pie correrían a retirar sus depósitos antes de que pasaran a convertirse en dracmas. Y eso no solo llevaría a la economía griega a una miseria más profunda, también tendría efectos devastadores en toda la eurozona -e incluso llegaría a las costas británicas-. Los euroescépticos juegan con el hecho de que las cuentas griegas son una pequeña fracción en la economía continental. Pero no ven que una quiebra podría desencadenar el contagio y que el resto de Europa no ha construido todavía defensas fuertes. Para Reino Unido, una de las principales vías de contagio sería el sistema financiero. Si los bancos helenos caen, podría desatarse fácilmente el pánico en la banca irlandesa. Y si la economía irlandesa condujera a los bancos británicos a la ciénaga -están expuestos al menos en 135.000 millones de dólares- la crisis estaría de vuelta. RBS, por ejemplo, necesitaría inyecciones adicionales de los contribuyentes. Reino Unido estaría encantado de que el Gobierno griego haya sobrevivido a una moción de censura -sorteando uno de los obstáculos para desbloquear el próximo tramo del efectivo del rescate que se necesita para detener una quiebra inminente-. Puede llegar un tiempo en el que el resto de Europa pueda recortar las pérdidas griegas con seguridad. Pero no por el momento.
Por Hugo Dixon