Pocos puestos, muchos italianos
Es un lío a la europea formado por una mezcla de principios y de realpolitik. El BCE podría terminar con dos italianos en los seis puestos fuertes del consejo, siempre y cuando Mario Draghi ocupe el más importante, puesto que su compatriota Lorenzo Bini Smaghi se niega a dar paso a un francés.
De forma muy inusual, el Gobierno italiano ha pedido públicamente a Bini Smaghi que se haga a un lado al invocar el espíritu de las reglas que rigen la Unión Monetaria. Desde la creación del euro, cada una de las principales potencias de la eurozona ha tenido un representante en el consejo. Si Bini Smaghi se aferrara a su puesto, los franceses se quedarían sin ninguno.
Bini Smaghi tiene razón en principio. Si algún Gobierno lo obligara a renunciar antes del fin de su mandato de ocho años, en 2013, eso podría entenderse como un golpe a la independencia del BCE. Después de todo, se supone que los miembros del consejo ejecutivo del BCE no representan a sus Gobiernos. Puede que ahora Nicolas Sarkoky se arrepienta de haber respaldado a Draghi para la presidencia del BCE antes de obtener firmes garantías de un acuerdo más amplio con Silvio Berlusconi. Ahora hay poco que pueda hacer.
La mejor solución para Roma sería nombrar a Bini Smaghi como gobernador del Banco de Italia en sustitución de Draghi. Pero parece que Berlusconi apoya al director general del Banco de Italia, Fabrizio Saccomanni, mientras que el ministro de Finanzas, Giulio Tremonti, favorece a Vittorio Grilli, secretario general del Tesoro.
De los tres, Bini Smaghi es quien tiene las mejores credenciales. Su nombramiento sería una prueba firme de que el Gobierno de Italia es serio en lo que se refiere la independencia del BCE.
Pierre Briançpn