La UE se desmarca del plan alemán para reestructurar la deuda griega
La mayoría de los ministros de Economía de la zona euro (Eurogrupo) se alinearon ayer con el BCE y rechazaron la propuesta alemana de imponer a los acreedores privados de Atenas un retraso obligatorio en el cobro de sus bonos. Berlín, sin embargo, podría lograr una aportación de 30.000 millones de los inversores privados al segundo rescate de Grecia mediante una prórroga voluntaria o incentivada en el plazo de madurez de las deudas.
El Eurogrupo o, al menos, una buena parte de sus miembros se interpuso ayer entre el Banco central Europeo y el Gobierno alemán para evitar que el debate sobre el segundo rescate de Grecia provoque un choque de trenes de catastróficas consecuencias para la zona euro.
Los ministros, convocados a una reunión extraordinaria en Bruselas ante el cariz desestabilizador que está adquiriendo el conflicto entre Fráncfort y Berlín, apostaron por buscar una fórmula que mantenga la exposición en Grecia de los inversores privados (como reclama Alemania) pero sin provocar una suspensión de pagos total o selectiva (como teme el BCE).
La solución definitiva podría alcanzarse la próxima semana, en una nueva reunión de ministros, o en la cumbre europea del 23 y 24 de junio. Y el resultado dependerá en gran medida de la reunión la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, tienen previsto celebrar en Berlín el próximo viernes.
Pero ayer ya quedó claro que la mayoría de los ministros de Economía, puestos a elegir, prefieren la opción defendida por el BCE, partidario de evitar cualquier medida que pueda ser calificada por los mercados como una quiebra de Grecia.
"Debemos escuchar los argumentos del BCE", pidió la vicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado a su llegada a la reunión e Bruselas. Y su secretario de Estado, José Manuel Campa, recordaba en Madrid que "no nos gusta nada el debate sobre la involucración del sector privado" y pedía que, en todo caso, cualquier contribución de los inversores "sea estrictamente voluntaria".
España ha sido uno de los países más perjudicados por la incertidumbre generada por la iniciativa de Berlín. La prima de riesgo del bono español sobre el alemán superó el lunes los 260 puntos, aunque ayer se moderó taras una exitosa subasta del Tesoro.
Bélgica, otro de los potenciales damnificados de un rebrote de la crisis de la deuda también se negó ayer a "ir contra lo que quiere el BCE, porque no tendría sentido en una unión monetaria", según explicó el ministro en funciones de Economía, Didier Reynders. Pero incluso los países teóricamente a salvo de las repercusiones de una suspensión de pagos en Grecia pidieron ayer prudencia. Jirky Katainen, ministro de Economía de Finlandia y futuro primer ministro de ese país apoyó la participación del sector privado en el nuevo rescate. "Pero quiero subrayar", añadió, "que debemos evitar, cueste lo que cueste, una nueva crisis financiera".
Y el holandés Jan Kees De Jager, otro de los aliados de Berlín, también invocó la posibilidad de utilizar incentivos para alentar la participación voluntaria del sector privado en el rescate. "Se podría dar a los bonos derechos especiales que no tengan los antiguos", indicó. Con esos incentivos, según diversos cálculos, se podría conseguir la prolongación de la madurez de hasta 30.000 millones de euros, una cifra que podría calmar a Berlín.
Una factura de 131.000 millones hasta 2014
Incluso los ministros más reacios a un segundo rescate de Grecia, como el alemán o el holandés, admiten ya que no hay alternativa porque una quiebra desordenada de Atenas provocaría una crisis financiera en toda la zona euro con un coste potencialmente billonario.La factura de la segunda intervención, ampliando el rescate un año hasta 2014, se situaría, en cambio, en unos 131.000 millones de euros, según los cálculos de Citigroup.El ministro en funciones de Finanzas de Bélgica, Didier Reynders, calculó ayer que la intervención de la zona euro y del FMI en ese segundo rescate ascenderá a unos 80.000 millones de euros. Atenas, además, prevé ingresar hasta finales de 2013 unos 22.000 millones de euros y otros 13.000 millones en 2014.La cifra restante saldría de los acreedores privados, que según Reynders aportarían unos 25.000 millones de euros al mantener su exposición en Grecia.Alemania, en contra del BCE, pretende que esa aportación sea obligatoria. El aspirante a presidente del BCE, Mario Draghi, advirtió ayer durante una comparecencia ante el Parlamento Europeo que la idea alemana puede desencadenar una reacción en cadena tan destructiva como el desplome de Lehman Brothers. "Hay muchos inversores que disfrutarían con la posibilidad de explotar una quiebra mal gestionada", advirtió el sucesor de Jean-Claude Trichet. Y recordó que "esa fue la lección que nos enseñó Lehman, la quiebra más cara de la historia. Y no queremos repetir nada que se parezca a esa experiencia".La disputa entre Berlín y el BCE podría resolverse con una prolongación de la madurez de parte de la deuda griega (en torno al 10%).