_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Lloyds y el riesgo de las sucursales

El nuevo consejero delegado de Lloyds, António Horta-Osório, ha decidido reactivar el proceso de venta de sucursales, dado que la Comisión Europea quiere que venda 600 hasta el final de 2013. Pero dado que la Comisión Independiente de Banca (ICB) de Reino Unido quiere que venda más sucursales, cerrar un acuerdo antes del informe final de la ICB en septiembre podría ser un error.

El Gobierno británico duda acerca de exigir una venta mayor, según una persona familiarizada con la situación, porque minaría el valor de la participación estatal del 41%. NBNK y Virgin están esperando para hacer una oferta por las 600 sucursales.

Pero una rápida venta fracasaría. La ICB está preocupada por la competencia. Las 600 sucursales representan el 4,6% del mercado de Reino Unido, dejando a Lloyds con una cuota del 25%.

Si Lloyds presiona, la ICB puede exigir que venda otras 300 sucursales. Esto no solo sería un mal resultado para la entidad, también para los contribuyentes, el banco puede atraer a más compradores y obtener un mejor precio si vende todas las sucursales a la vez. Lloyds podría apaciguar a la ICB si elige un comprador más fuerte. Si vende las 600 sucursales a National Australia Bank, propietario de las marcas Clydesdale y Yorshire, el grupo sería un serio competidor. Horta-Osório puede simplemente ignorar la recomendación de la ICB, pero es un riesgo. Si se equivoca, Lloyds correrá el riesgo de la última sanción, un investigación sobre competencia. Eso podría condenar al banco, y a los contribuyentes, a dos años de más incertidumbre. Por lo tanto, la menor confrontación podría ser la mejor elección.

Por George Hay.

Archivado En

_
_