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Columna
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Moody's toca la fibra a Reino Unido

Las bajadas de calificación raramente son buenas noticias. Pero si el servicio de inversión de Moody's decide rebajar el rating a los bancos británicos, los contribuyentes deberían estar contentos. La medida sería una señal clara de que el Gobierno está retirando su apoyo a las instituciones financieras.

Los grandes rescates que se dieron durante la crisis dieron buena muestra de que las autoridades casi siempre han intervenido para proteger a los mayores prestamistas. Una promesa consagrada en las calificaciones de crédito: actualmente, Moody's otorga a los mayores bancos británicos un apoyo de entre dos y cinco grados para reflejar el apoyo del Gobierno, permitiéndoles tomar prestado más barato en los mercados. Andy Haldane, del Banco de Inglaterra, estima que entre 2007 y 2009 el subsidio a los bancos británicos ascendió a 59.000 millones de libras por año. La Comisión Bancaria Independiente arroja números más modestos, pero aun así lo cifra en 10.000 millones.

Este apoyo se está eliminado gradualmente. Reino Unido, como otros países desarrollados, ha aprobado leyes para poder cerrar a entidades de crédito con graves problemas. La Comisión Europea trabaja en planes de rescate para los tenedores de bonos. Y mientras, los reguladores están obligando a los bancos a reforzarse. Queda lejos la posibilidad de que los Gobiernos se atrevan a emplear estas facultades. Pero Moody's se está tomando la amenaza en serio. La semana pasada bajó el ranting de seis bancos daneses después de que las autoridades dejaran caer una pequeña entidad de crédito.

Eliminar el apoyo público será costoso para los bancos. La débil respuesta del mercado al anuncio de Moody's sugiere que los inversores ya han anticipado el cambio. También podría implicar que entidades como Barclays y HSBC son demasiado grandes y complejas para permitir que fracasen.

Con todo, una rebaja de Moody's constituye una señal más de que la probabilidad de un impago de la deuda de los bancos británicos ya no es igual a cero.

La mejor manera de evitar crisis futuras es que los prestamistas sepan que pueden sufrir consecuencias de prestar con imprudencia. El encarecimiento de la deuda bancaria es el precio justo a pagar por la reforma.

Peter Thal Larsen

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