Lo que el G-8 puede aprender de un mago
Yo no puedo hacer trucos de magia con las cartas, pero Rafael Tamarit, un mago valenciano, lo hace con una destreza impecable. La magia y la animación forman parte del negocio que dirige y desarrolla él solo. Gracias a internet ha conseguido que miles de personas en España se interesen por su trabajo y por sus servicios y que en cinco años, teniendo presencia en la red, haya realizado más de 1.000 actuaciones.
España debería estar orgullosa de este espíritu emprendedor. Pero Rafael no es el único que lo tiene, ya que pequeñas empresas de todo el país han aprovechado las oportunidades que presenta la red.
Con una economía mundial aún frágil, gran parte de las conversaciones giran en torno a quiebras de bancos y problemas presupuestarios. En consecuencia, es fácil pasar por alto internet como un recurso clave de crecimiento sólido. Sin embargo, creo que se deberían tener en cuenta estas cifras: según un estudio realizado por Boston Consulting Group, internet tenía un valor de 23.400 millones de euros en la economía española en 2009, lo que equivale al 2,2% del PIB. De continuar esta tendencia, esta contribución se multiplicaría por tres en 2015.
Una gran proporción de este crecimiento vendrá a través de las pequeñas empresas, con lo cual es importante hacer crecer la cultura emprendedora online en toda España para que muchísimas personas más puedan obtener unos grandes resultados.
Esta aportación económica es una de las principales razones que han motivado al presidente Sarkozy a incluir en la agenda de la reunión de los líderes del G-8 de esta semana internet y el ecosistema digital. En un nuevo formato, las empresas de tecnología y personalidades del Gobierno se reunirán días antes del G-8 en un e-G-8 y a mí, como participante en el mismo, me han pedido que comparta mis ideas sobre cómo asegurar el éxito continuado de internet.
Con bastante frecuencia me hacen la pregunta de dónde vendrán los próximos grandes avances en tecnología, de dónde saldrá el próximo Google.
Algunos piensan que Silicon Valley y las empresas que florecen allí son fruto de una poción mágica. La verdad es que la receta es mucho más simple, sobre todo en la era de internet. La historia de la innovación (desde la imprenta al telégrafo, hasta llegar a internet) demuestra que las invenciones suceden donde hay grupos de personas o empresas que intercambian información y exploran nuevas ideas y nuevas formas de hacer las cosas.
Google surgió de esta manera. Sus fundadores encontraron una forma mejor de buscar y organizar la información en internet, porque formaban parte de una comunidad innovadora. No tuvieron uno de esos momentos eureka propios de los cuentos sino que su proceso fue el resultado de la confluencia de una red de ideas y oportunidades.
Lo bueno es que en la era de internet, cada persona puede originar el cambio y cada empresa puede ser un motor de innovación. Internet está creando un mundo más rico en todos los sentidos, y la prosperidad nos pertenece a todos. A nivel mundial, cientos de millones de personas viven mejor gracias a la tecnología. Nuestras sociedades se están transformando con nuevos desarrollos, nuevos trabajos y nuevas oportunidades.
No tenemos que esperar a que la gente se tropiece con ideas nuevas y geniales. No es así como ocurre la innovación, y pocas veces las empresas crecen de este modo. Tenemos que alentar a personas y empresas a que se introduzcan en internet. He visto datos que demuestran que de las 3.300.000 pequeñas empresas de España, solamente el 23% tiene un sitio web. Sin ningún género de dudas, este es un potencial sin explotar. Solo las empresas más grandes y con mayores capacidades económicas se pueden permitir, en mucho casos, anunciarse en medios tradicionales, mientras que cualquier empresa puede desarrollar su marca en internet.
Hoy en día, hay más de un millón de anunciantes que utilizan Google AdWords, la mayoría de ellos son pymes. Sin embargo, internet no sirve solo para vender cosas online ya que a partir de esta actividad comercial emergen nuevas ideas e innovaciones. Las pequeñas empresas tienen la capacidad de formar grandes y dinámicas comunidades creativas.
Hay un número creciente de lo que a mí me gusta llamar micromultinacionales. Se trata de empresas con un máximo de 10 empleados que se ven capaces de servir a una clientela mundial. Esto no habría sido posible antes de esta generación tecnológica, así que, cuando miro a las partes más débiles de la economía mundial, no tengo ninguna duda de que estas pequeñas empresas, muchas de ellas aquí en España, nos conducirán a la recuperación.
Eric Schmidt. Presidente ejecutivo de Google