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Columna
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La economía habla en el FMI

La carrera para suceder a Dominique Strauss-Kahn está en marcha. Escoger al nuevo director del Fondo Monetario Internacional (FMI) dependerá de las personalidades y de la política. Pero ¿y si la decisión se basara en la actividad económica de los 187 miembros de la organización? En ese caso, ninguno de los favoritos parece particularmente bueno.

Comencemos por el crecimiento. En lo que se refiere a la media de crecimiento del PIB per cápita de los últimos años, la India parece fuerte con un 7%. Eso debería favorecer a Montek Ahluwalia, el planificador económico del país. Pero Azerbaiyán gana con un 16%.

La estabilidad de precios es otra prioridad. En esta categoría, Axel Weber, el exgobernador del banco central alemán, podría alegar la media de inflación del país de un 1,6%. Pero es Japón, que sale de la deflación, el que tiene los precios más calmados.

El crecimiento debe acompañarse de empleo. Tharman Shanmugaratnam, el ministro de Finanzas de Singapur, puede presumir de una tasa de desempleo del 2,5% en los últimos cinco años. Sin embargo, esa ratio es menos del 1% en Uzbekistán y Bielorrusia -aunque las cifras probablemente necesitan un examen más detenido-.

Las penalidades europeas son un recordatorio de la importancia de unas cuentas públicas fuertes. Y aquí está el caso de Noruega, con un superávit del 104%. La balanza por cuenta corriente es otro indicador clave: los grandes déficits y superávits son la fuente de mucha de la inestabilidad económica mundial. Y el déficit de Canadá del 0,65% del PIB debería ayudar a Mark Carney, gobernador del banco central. Pero lo más importante, sin embargo, es la mezcla total de políticas económicas. Y en ese sentido Corea es el ganador.

Las estadísticas son un instrumento rudimentario para elegir candidato. Pero incluso así, si el FMI quiere dar ejemplo al resto de sus miembros, debería reemplazar a Strauss-Kahn con un surcoreano.

Por Wayne Arnold

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