Lloyds vuelve a la casilla de salida
La reforma del Lloyds Banking Group debería empezar con un banco malo. António Horta-Osório, el nuevo consejero delegado de la entidad británica se está planteando la creación de una división para los activos no estratégicos como parte de la revisión del próximo mes. Es la decisión correcta.
La estructura actual de Lloyds no está bien configurada para enfrentarse a su mayor problema: limpiar el legado tóxico de su desastrosa adquisición del HBOS, y eliminar la necesidad de 70.000 millones de libras del Estado. La venta rápida de activos malos puede provocar pérdidas. Y como Lloyds ha delegado hasta el momento el trabajo a sus divisiones, cada feudo tenía un incentivo para evitar un rápido desapalancamiento. Además, clasificar los activos de mala calidad distrae a los directivos del negocio diario del banco de generar nuevos préstamos y la gestión de costes.
El Royal Bank of Scotland (RBS), otro banco controlado por el Estado, identificó este problema hace dos años. El consejero delegado entrante, Stephen Hester, fusionó su cartera no estratégica de 258.000 millones de libras, la división de riesgos y la sección de apoyo a las empresas en una sola unidad con los directores centrados en la reducción de activos.
El anterior consejero delegado, Eric Daniels, es probablemente el culpable de lo poco coherente de la estructura de Lloyds. Para ser justos, la entidad ha reducido su balance tan rápido como RBS. Pero Horta-Osório tiene que hacer frente aún los peores préstamos del HBOS. Una división especializada en activos no estratégicos podría también animar a los accionistas, cuyo cotización ha caído un 20% desde enero. El banco dio pocos detalles en su último informe anual sobre los 195.000 millones de libras que tenía en activos no estratégicos a finales de 2010. La divulgación completa de los flujos de efectivo del banco podría permitir a los inversores hacer una mejor valoración de su posición dominante en el mercado británico.
Horta-Osório necesitará también iluminar otras áreas, como, por ejemplo, si planea vender su división de seguros. La pega es que cualquier valoración quedará supeditada a las recomendaciones de la Comisión Bancaria Independiente (CBI). Si la CBI fuerza a Lloyds a deshacerse de 1.000 sucursales, la venta eliminará 1.500 millones de libras de beneficio antes de impuestos, según Morgan Stanley. Pero un banco malo podría al menos conseguir que la entidad tome la dirección correcta.
George Hay