Grecia no es un 'momento Lehman'
Reestructurar la deuda es tan deseable como inevitable, aunque la UE insistiera el pasado fin de semana en que es algo que no está sobre la mesa. Pero reestructurar podría provocar también el caos por toda la eurozona. De hecho, muchos hablan de un posible momento Lehman, un shock tan fuerte que podría causar una crisis bancaria por toda Europa.
Los temores son legítimos. Aunque suponen un estímulo para aprender las lecciones de Lehmnan Brothers para que, cuando se reestructure la deuda griega, el resto de la zona euro pueda soportar el temblor.
Se prevé que la deuda llegue al 159% del PIB en 2012. Y semejante carga requeriría tanta austeridad que el país quedaría aplastado durante años. Grecia no va a quedarse sin dinero mañana -tiene el apoyo del programa de la UE y el FMI de 110.000 millones de euros-, pero el Gobierno tiene financiación hasta el año que viene, y necesitará conseguir 27.000 millones en 2012.
Los ministros europeos de Finanzas debaten la forma de que Grecia salga de la mala racha. Las ideas que se barajan incluyen hacer más generoso al rescate y proporcionar más efectivo. Pero aun así, reestructurar la deuda de Atenas tiene lógica: cada mes que pasa, se usa más dinero del rescate para pagar deuda privada, ayudando a aquellos que prestaron a expensas de los contribuyentes de otros países.
¿Pero cómo prevenir un momento Lehman? Primero, se debe recortar la deuda griega en un 40%. Así, los préstamos estarían por debajo del 100% del PIB. Un nivel relativamente alto para mantener presión sobre el Gobierno y que este siga adelante con las privatizaciones. Segundo, recapitalizar la banca. No hacerlo supondría la destrucción del sistema financiero y que los depositantes corrieran a otro lugar. La respuesta es simple: dinero del rescate. Y en tercer lugar, recapitalizar los bancos débiles de otros países antes de los resultados de las pruebas de test de estrés el próximo mes.
Por último, dar a los bancos financiación a medio plazo si no pueden conseguir dinero en los mercados. La inyección de capital por sí sola no es suficiente como ha quedado patente con las dificultades para recaudar fondos de la banca.
Con todo esto, las instituciones se pasan la patata caliente. La postura del BCE es que debe ser el fondo el que proporcione esta financiación, mientras que los Gobiernos creen que debería ser el propio banco central. El resultado: la banca lusa, por ejemplo, no recibirá fondos a medio plazo y, en su lugar, recibirá garantías de su propio Gobierno. Si Europa continúa así, podría enfrentarse a su propio momento Lehman.
H. Dixon y U. Neil