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Columna
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Problemas y carritos para Carrefour

Las oportunidades llegan cuando se sale de la crisis. Carrefour lucha aún en su determinante mercado doméstico y ha separado a la cabeza de sus operaciones en Francia. Pero sus problemas, que vienen de tiempo atrás, al menos han dado al grupo una excusa para deshacerse del equivocado plan de sacar a Bolsa parte de su filial inmobiliaria Property.

El consejero delegado, Lars Olofsson, nunca ha parecido entusiasmado con la idea. Pero ha tenido que lidiar con dos accionistas activistas y descontentos: el fondo estadounidense Colony Capital y el multimillonario de los bienes de lujo Bernard Arnault, que invirtieron en la compañía en 2007. Cuatro años y dos CEO después, el dúo se recupera de las pérdidas de 1.500 millones de euros sobre sus participaciones del 14%, y ha impulsado a la empresa a hacer lo necesario para revertir algo del déficit.

Carrefour sucumbió a la presión en marzo, cuando anunció sus planes de escisión para su cadena de baja gama Dia, que podría valorarse en hasta 4.000 millones de euros según las estimaciones más altas de los analistas, y la emisión del 25% de su filial inmobiliaria, que podría valer como mucho 10.500 millones.

Pero Carrefour parecía querer tener lo mejor de ambos mundos manteniendo el control del negocio inmobiliario. Eso es comprensible: los ajustadísimos márgenes de la industria minorista significan que un cambio en el alquiler puede marcar la diferencia entre pérdidas y ganancias. Y como resultado de ello, sin embargo, la filial habría tenido un atractivo limitado para los inversores extranjeros.

Resulta que el plan era rechazado por otros inversores, incluyendo al fondo Knight Vinke, con un 1,5% de las acciones, los empleados de la compañía que poseen un 2%, y la familia fundadora que todavía controla una parte importante de las participaciones. Los dos grupos de accionistas se han anulado mutuamente, lo que permite a Olofsson tener un control más firme de la estrategia. Oficialmente, la salida a Bolsa solo ha sido aplazada, pero puede llevar un tiempo -si es que se produce- antes de que eso pase.

Olofsson se juega el cuello tomando el control directo de las operaciones francesas de Carrefour, que durante largo tiempo han estado atrapadas entre las exigencias contradictorias de incrementar la cuota de mercado y aumentar la rentabilidad. Si no lo consigue, la próxima vez, Olofsson podría enfrentarse esta vez a un frente unido de activos accionistas.

Por Pierre Briançon

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