Siete rutas para participar en la nueva fiebre del oro (y la plata)
La crisis ha disparado los metales preciosos, pero invertir en ellos puede ser complejo y arriesgado.
Al igual que cientos de miles de personas abandonaron sus empleos a mediados del siglo XIX para acudir a las tierras de California bajo las doradas promesas de la fiebre del oro, inversores de todo el mundo han reorientado ahora sus activos hacia valores relacionados con el preciado metal. El oro y la plata, refugios tradicionales ante las turbulencias del mercado, han alcanzado precios históricos impulsados por los temores de la actual crisis. El derrumbe financiero, la crisis de la deuda soberana, las revueltas que sacuden el norte de África y Oriente Medio, el terremoto japonés, la amenaza de inflación, o la debilidad del dólar, todos y cada uno de los factores que resultan negativos para el mercado han hecho brillar más a estos metales. El oro, que el viernes se situaba en los 1.549 dólares la onza, lleva una década completa de ascensos. Solo desde el inicio de la crisis se ha revalorizado un 107%. La plata lo está haciendo aún mejor. Desde la quiebra de Lehman, el argento ha ganado un 362%% más hasta los 48,9 dólares la onza. Los expertos dudan de la continuidad de esta escalada, pero el anuncio, el miércoles, de que la Reserva Federal de EE UU no subirá los tipos al menos hasta septiembre ha animado a muchos a pensar que los repuntes se mantendrán, como mínimo, unos meses más. Invertir ahora puede ser muy rentable si se aprovecha el alza, pero también muy arriesgado. Los metales son volátiles, el mercado complejo y no falta quien vaticina el fin de una burbuja. Conviene conocer cada ruta, sus peligros y virtudes, antes de buscar la gloria.
1. Lingotes. La opción más obvia para invertir en metales preciosos es su compra física. En lingotes, monedas o joyas, el oro y la plata pueden ser almacenados y vendidos posteriormente, si bien la mayoría de expertos desaconseja acudir a las tradicionales tiendas de "compro oro" e invitan a optar por servicios más profesionales. Webs como la de Ciode (www.ciode.net) permiten adquirir oro desde piezas de 5 gramos, a 199 euros, a lingotes de un kilogramo por 33.938 euros (gastos de envío a parte). La plata puede comprarse en piezas de un kilo, a 1.212 euros, o de 50 gramos, por 102,75 euros. Las monedas forjadas con estos metales cuentan con la ventaja añadida, en el caso de las piezas históricas, de que se revalorizan más allá del precio del metal. Este tipo de inversión puede resultar, con todo, incierta y arriesgada. El mercado ofrece muchas menos opciones para vender metal en lingotes, lo que puede, cuanto menos, impedir que el inversor se aproveche de un alza determinada, o consiga liquidez inmediata.
2. Acciones. El parqué puede ser otra buena atalaya desde la que vislumbrar El Dorado. Hay que tener en cuenta, no obstante, que la incursión por el camino de las acciones no supone una inversión directa en oro o plata, sino que se realiza mediante la compra de títulos de empresas del sector. Una característica que distancia los beneficios de la revalorización del precio de los metales. Lo que se hace es entrar en el capital de compañías mineras, o dedicadas a la transformación o el comercio, incluyendo la variante joyera, que envuelve a estas materias. En este sentido la empresa de referencia es la canadiense Barrick Gold Corporation, líder en la extracción de oro a nivel mundial. La cotización de sus títulos ha pasado de los 17 dólares de octubre de 2008 -un mes después de la quiebra de Lehman Brothers- a los 50 dólares el viernes. Para comprobar la diferencia con la inversión directa basta con ver que aunque el oro está en máximos ahora mismo, la cota más alta de las acciones de Barrick se produjo una semana antes, cuando se situaron en los 55 euros, para luego caer.
3. Fondos. Otra posibilidad es contratar fondos de inversión ligados a metales preciosos. "Hay fondos en oro, en plata no hay ninguno especializado, aunque hay algunos que incluyen cestas de materias primas que la incluyen junto a cobre, o el mismo oro", explica Pepe Hinojosa, especialista en este campo de Renta 4. "También en este caso los hay que permiten entrar en las empresas productoras. Lo que hay que valorar ahí es no solo si se espera una evolución positiva del oro, por ejemplo, sino también lo que depara el entorno macroeconómico y bursátil", apunta.
4. ETF. Entre los fondos de inversión, no obstante, la fórmula más popular es la variante de los fondos cotizados o ETF (exchange-traded fund). Su rasgo diferencial es que cotizan en Bolsa, y pueden venderse y adquirirse diariamente al ritmo del mercado. Al contrario que los fondos tradicionales su gestión es pasiva, por lo que las comisiones que conllevan suelen ser de menor cuantía, y replican casi directamente el precio de los metales. Estas características han hecho de los ETF una de las herramientas estrella de la nueva fiebre del oro. "Se han convertido en el mecanismo habitual para invertir en estos activos. Dado el elevado riesgo que puede suponer invertir en metales preciosos, es importante elegir instrumentos líquidos, y aún mejor si se negocian en los mercados", desarrolla José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España. Según los datos del Consejo Mundial del Oro, a cierre de 2010 había 1.120,6 toneladas de oro para respaldar este tipo de fondos.
5. CFD. Un instrumento menos conocido, pero de gran éxito, son los contratos por diferencia o CFD (contract for difference). Se trata de contratos entre un inversor y un bróker que permiten, sin necesidad de disponer de grandes cantidades de dinero, beneficiarse directamente de la revalorización de las materias primas. "A diferencia de otros productos, con un CFD, si el oro sube 50 dólares, el inversor gana 50 dólares", ilustra Daniel Pingarrón, de IG Market. El analista estratega es un firme defensor de los CFD, que permiten una inversión apalancada aportando una garantía del 10% del valor que se cubre. "Existen contratos desde 102 euros que te permite posicionarte en el mercado sobre una onza de oro a 1.507 dólares. Y lo que suba el metal es lo que gana el inversor", expone. El funcionamiento, eso sí, es igual a la inversa, y las pérdidas pueden resultar mucho mayores que el montante inicial. "Existen mecanismos para controlar ese tipo de riesgos, se pueden establecer stop losses, cerrar posiciones llegados a determinado punto", añade Pingarrón. Además, matiza, mediante CFD, como con otro tipo de derivados, se puede ganar dinero con las caídas, contratando futuros.
6. 'WARRANTS'. Puestos a valorar el futuro, el producto más común para invertir en oro son los warrants. Se trata de derechos de compra, conocidos como call, o de venta, put, sobre títulos de un activo en cuestión, que se establecen a un precio, denominado strike, y a una fecha futura de vencimiento, que no puede ser inferior a tres meses. Este derivado financiero funciona como una suerte de apuesta. Pongamos que, tomando de referencia que el oro ronda hoy los 1.500 dólares la onza, se pacta un precio de 1.400 dólares para dentro de seis meses sobre un título que recoja su valor. Si para cuando llegue esa fecha la onza de oro cuesta 1.600 dólares, el comprador del warrant tendría derecho a adquirir dicho título por 1.400 dólares. Por descontado, la negociación de estos productos es constante durante toda su vida útil, siendo usual que cambien de manos según va variando la cotización del activo de referencia.
7. Derivados. Existen otros derivados financieros que permiten invertir en oro. Es el caso de las opciones pero los expertos recomiendan los warrants por su flexibilidad de plazos. También se puede comprar futuros directamente, lo que debe hacerse a través de plazas como Londres -en España no es posible- pero exige un capital inicial muy elevado y conlleva mayores comisiones que otros productos.