La gran década dorada, ¿burbuja o valor seguro?
El oro ha protagonizado en los diez últimos años un ascenso nunca visto. Desde los 272 dólares por onza con los que comenzó el año 2001, el metal ha superado en los últimos días la cota de los 1.500 dólares. Se trata de una revalorización del 450%, un avance imparable que se ha multiplicado desde el inicio de la crisis. De 2008 hasta ahora, el alza ha sido del 107%. Quienes se subieran en su momento a semejante ola, han vivido literalmente una década dorada. Las dudas aparecen -en realidad nunca se han disipado- en torno a si aún hay tiempo para participar del rally, o si el vuelo de sus participantes se produce en el interior de una burbuja a punto de explotar.
El oro se consagró como el valor refugio que es hoy durante la crisis del petróleo de finales de los años setenta. Si en 1976 la onza costaba 134,5 dólares, la revolución iraní y su guerra con Iraq lo llevó hasta los 589 dólares en 1980. A partir de ahí cayó a la mitad. Ahora, los inversores temen que la historia se repita.
La creencia de que terminará explotando cual burbuja encuentra su base en que el salto más reciente se da desde el trampolín de una crisis financiera internacional, a la que ha seguido una fuerte desconfianza hacia la deuda soberana de los países europeos, y ahora también de los títulos de EE UU (que Standard & Poor's puso bajo perspectiva negativa hace un par de semanas). En medio de este caos, "se ha dado un fuerte componente especulativo que ha empujado los precios al alza", admite José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi. Por eso, muchos esperan que cuando la situación mejore, el precio del oro baje.
A favor de que el precio no caiga está el argumento de que el metal dorado ya crecía imparable entre 2001 y 2007, en pleno periodo de expansión. "La explicación es que en estos años han aparecido una serie de productos de inversión dirigidos al oro que no existían, propiciando estas subidas. La fuerte demanda de los países emergentes, y su uso como refugio ante la crisis han hecho el resto", aduce Pepe Hinojo, de Renta 4.
En 2010, la demanda de oro ascendió a 3.812 toneladas, lo que ocasionó el mayor gasto anual en oro de la historia, 150.000 millones de dólares (110.600 millones de euros), según el Consejo Mundial del Oro. Un apetito voraz, liderado por los países asiáticos -China e India acapararon el 51% de las compras en joyas- y por los bancos centrales de todo el mundo.
En cuanto al futuro, lo cierto es que todos los analistas recuerdan que es una opción arriesgada, y que nadie se atreve a firmar quinielas. A corto plazo, en todo caso, los ojos están puestos en la Reserva Federal de EE UU. Dado que no subirá los tipos hasta septiembre, el camino libre para la inflación seguiría beneficiando al oro. Queda pendiente ver qué ocurre con su ambicioso programa de estímulos, que finaliza en junio. Si se prorroga, el dólar seguiría sufriendo y beneficiando al metal, pero si la Fed endurece su discurso, podría ser el inicio del fin de un periodo dorado.