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Tribuna
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El 1 de mayo celebramos la libre circulación

El Primero de Mayo se asocia desde hace tiempo con la fiesta del trabajo, en la que se conmemoran las luchas y las victorias de los trabajadores en el mundo entero por mejorar sus condiciones laborales. Esta fiesta resulta aún más pertinente en el deprimido panorama económico y social en que está inmersa actualmente gran parte de Europa.

El 1 de mayo marca el séptimo aniversario de la mayor ampliación de la UE de la historia, y en 2011 se suprimen algunas de las últimas barreras a la libre circulación de los trabajadores. El 1 de mayo se pondrá fin a la posibilidad de los países de UE-15 de restringir la entrada de trabajadores de los países de UE-8 que se adhirieron a la UE en 2004. Los trabajadores de Chequia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania y Polonia podrán buscar libremente un empleo en la mayoría de los Estados miembros. Es indudablemente una buena noticia.

En 2004, las restricciones empañaron la ampliación para muchos de los países de UE-8 debido al miedo en UE-15 a que un mercado europeo abierto pusiera en peligro sus salarios y sus puestos de trabajo si se permitía el acceso a su mercado laboral a los trabajadores de países como Chequia o Polonia.

Sin embargo, los informes elaborados por la Comisión Europea en 2006 y 2008 ponen de manifiesto que los flujos migratorios de este a oeste han sido enormemente positivos para UE-15, especialmente en los países que abrieron sus puertas sin restricciones. Los nuevos trabajadores no han desplazado a los autóctonos. De hecho, estos nuevos trabajadores han cubierto huecos en el mercado y no han hecho que aumentara el desempleo ni han supuesto una importante carga para los servicios sociales. Los nacionales de los «nuevos» Estados miembros solo representan en torno al 0,7 % de la población en edad de trabajar en los «antiguos» Estados miembros. La proporción de inmigrantes no procedentes de la UE, en torno al 6 %, es mucho más elevada.

Los mercados de trabajo abiertos han contribuido también a reducir el trabajo no declarado y, por otro lado, no se ha concretizado el miedo al dumping social. Los salarios de los trabajadores locales siguieron aumentando entre 2003 y 2007, tanto en los países de origen como en los países de destino. La experiencia muestra claramente que las personas van adonde hay trabajo. La movilidad laboral transfronteriza se autorregula y disminuye en momentos de crisis económica.

Ahora bien, la supresión de las restricciones en el panorama de crisis de 2011 puede engendrar también sentimientos encontrados. En una época en la que muchos ciudadanos se esfuerzan por llegar a final de mes, tienen mayor eco los llamamientos al proteccionismo. Sin embargo, si bien todos los países deben abrir ahora sus mercados laborales a los trabajadores de UE-8, Bulgaria y Rumanía podrían tener que esperar hasta diciembre de 2013.

La crisis financiera ha puesto a prueba la Europa social. A pesar de la situación, el año pasado la Unión Europea estableció objetivos ambiciosos en el marco de la Estrategia Europa 2020 para mejorar la cantidad y calidad de los puestos de trabajo y combatir la pobreza.

No obstante, la recuperación es frágil, la oferta de empleo no ha aumentado de manera significativa y la incertidumbre en torno a la crisis de la zona del euro ha desalentado la inversión. Los jóvenes tienen especial dificultad para encontrar su primer empleo y los trabajadores de más edad se enfrentan al reto de permanecer más tiempo en el mercado de trabajo.

Sin embargo, la movilidad es parte de la solución al desempleo europeo. Esta es la consideración básica de la iniciativa emblemática de la UE Juventud en movimiento. Debemos analizar también cómo gestionar la movilidad, para lograr el mejor resultado, en los países de origen y de destino.

En los países de origen, es preciso elaborar estrategias y trabajar para garantizar que la movilidad funcione en ambos sentidos. Debe evaluarse el posible riesgo del flujo saliente de mano de obra, especialmente de los profesionales del sector médico o de las TIC. La circulación de la mano de obra cualificada debe ser circular, para que los trabajadores regresen con conocimientos y experiencia que posteriormente contribuya a desarrollar la economía y la sociedad locales. Para ayudar a evitar perturbaciones, es importante también reforzar el diálogo social en los nuevos Estados miembros de la UE y desarrollar las mejores políticas de empleo gracias a la participación de todas las partes interesadas.

Si bien aún existe cierto malestar en algunos países de destino acerca del flujo entrante de trabajadores, debemos empezar ya a prevenir la carencia de capacidades en varios sectores y profesiones (ingenieros, maestros artesanos, médicos, etc.). La Comisión Europea puede colaborar con los Estados miembros para mejorar la capacidad de búsqueda y colocación de nuestros servicios de empleo. En los recientes debates sobre la movilidad se ha subrayado, asimismo, que el salario mínimo puede ser también un buen instrumento en los países en los que no se ha institucionalizado. Si, en el próximo periodo, la evolución es positiva, también podrían reconsiderarse los plazos para Bulgaria y Rumanía.

El día de la fiesta del trabajo debemos destacar que la posibilidad de trabajar y estudiar en otro Estado miembro es un principio fundamental de la Unión Europea. Es un derecho fundamental y una libertad, que contribuye también a la lucha contra el desempleo. Si queremos alcanzar colectivamente el objetivo de empleo del 75 % de aquí a 2020, debemos aprovechar todas las oportunidades que tenemos.

Laszlo Andor. Comisario europeo para Empleo y Asuntos Sociales

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