S&P tiene razón en su apuesta
Standard&Poor's se ha llevado su ración de críticas en los últimos años. Pero al menos la agencia de calificación de riesgo no ha resultado demasiado tímida para plantear la muy necesaria situación de la deuda de Estados Unidos. El cambio de ayer de S&P a una perspectiva negativa sobre la AAA al crédito del Tío Sam no debería suponer ninguna sorpresa. Debería actuar como un test de realidad.
S&P pone en duda que el presidente Barack Obama y los congresistas demócratas y republicanos sean capaces de llegar a un acuerdo significativo para frenar el déficit que la agencia estima podría empujar la deuda del país por encima del 90% del PIB en 2013. Y el hecho es que incluso aunque llegaran a un acuerdo no hay nada que impida a los legisladores dar marcha atrás en un futuro.
Los mercados, que deben estar familiarizados con la fea situación fiscal, se tomaron la noticia con resignación. Las acciones cayeron inicialmente alrededor de un 2% mientras que el rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 30 años se disparó 0,11 puntos porcentuales. Aunque sea breve, existe la oportunidad de que una sacudida podría ayudar a reorientar la miope obsesión de muchos inversores por el rendimiento a corto plazo sobre retos un tanto más distantes pero reales.
Austan Goolsbee, asesor económico de la Casa Blanca, calificó la decisión de S&P de juicio político. Pero el núcleo del razonamiento de la agencia es que sin una acción decisiva, EE UU parecerá pronto más enfermo en términos financieros que otros soberanos con calificación AAA y será cada vez más difícil justificar su nota.
Lamentablemente, los bajísimos tipos de interés que mantiene la Reserva Federal convierte en improbable cualquier escenario parecido a la llegada del Juicio Final, incluso a los supuestamente racionales agentes del mercado. Y eso es incluso más el caso en Washington D.C, donde el dogma del presupuesto a ambos lados del pasillo persiste todavía en lugar de una evaluación pragmática de ingresos y gastos -y de comunicar a los votantes la dura realidad- que debería estar en marcha.
S&P y otras agencias odiarían rebajar la nota a EE.UU. Eso fracturaría la roca sobre la que se ha apoyado la deuda mundial durante décadas. Pero S&P tiene razón al aumentar la apuesta. Los legisladores que vivan en el pasado derrochador debería prestar atención a la letra de Once Upon A Time: "Cómo reíamos siempre, como si el mañana no estuviera ahí".
Pierre Briançon