El lastre de Lloyds para levantar cabeza
Las acciones del grupo Lloyds Banking parecen condenadas a generar bajos rendimientos. Desde que en septiembre del año pasado cada acción del mayor banco minorista de Gran Bretaña alcanzara los 78 peniques, esta ha caído casi un 25%. Los elevados costes de financiación y de aprovisionamiento estaban socavando la recuperación de Lloyds. Ahora la Comisión Independiente de Servicios Bancarios de Reino Unido (ICB) le ha asestado otro golpe.
El banco ya ha vendido 600 de sus 2.900 sucursales como penitencia de la Comisión Europea por las ayudas del Estado después de su desastrosa adquisición de HBOS en 2009. Para romper el oligopolio de la banca minorista, el ICB cree que Lloyds debería vender bastante más. Esto es lo último que el nuevo jefe ejecutivo Antonio Horta-Osório necesita. El programa de traspaso de sucursales probablemente suponga un desembolso de 45.000 millones de libras en activos y 30.000 millones en depósitos de clientes. Los compradores potenciales tendrían que apoyarse en los bancos de inversión para cubrir los 15.000 millones de financiación.
El banco está financiando con 84.000 millones de libras del Estado. Para depender de sí mismo, Lloyds está cambiando su financiación a largo plazo y reduciendo su balance. Lo último que necesita es que su financiación externa aumente. En el peor de los casos, tendría que ampliar el apoyo estatal.
A 60 peniques, las acciones de Lloyds se estarían negociando un 19% por debajo del precio medio de entrada del Gobierno, con un 41% de participación. El mercado duda de que Lloyds obtendrá beneficios por encima de su coste de capital a largo plazo, una visión lógica en la línea del pensamiento emergente del ICB. Al Estado esto no le importa, siempre que los consumidores empiecen a disfrutar de los beneficios de la competitividad.
Horta-Osório debía haber conocido los riesgos cuando aceptó el puesto. Los inversores que han pagado por la emisión de acciones de Lloyds en 2009 están a la espera de que el jefe ejecutivo corrija la situación.
George Hay