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A fondo

¿Puede Trichet ser su propio relevo?

La división de la UE sobre los candidatos al BCE retrasa la renovación del presidente.

El rescate de Portugal. Los conflictos en el mundo árabe. El desastre japonés. La evolución alza de los precios de las materias primas. Los ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin), reunidos desde el pasado jueves hasta el sábado en Gödöllö (Hungría) analizaron y detallaron en público todas las circunstancias que amenazan una recuperación económica tan esperanzadora como frágil. "Uno de los principales mensajes no es agradable pero es claro: todavía no ha quedado atrás la crisis", resumió el tenor del encuentro György Matolcsy, ministro húngaro de Economía y presidente semestral del Ecofin.

Y sobre esa crisis en la zona euro se cierne una nueva incertidumbre que los ministros discutieron en privado, pero que prefirieron no airear demasiado en sus comparecencias posteriores al Ecofin. Entre otras cosas, porque no consiguieron ponerse de acuerdo sobre cómo abordarla.

Se trata nada menos que del proceso de selección del tercer presidente en la historia del Banco Central Europeo, llamado a sustituir el 1 de noviembre a Jean-Claude Trichet, que cumple sus ocho años de mandato.

Los ministros no parecen encontrar al candidato "idóneo y disponible", según lo definió Matolcsy, para sustituir a una personalidad como la de Trichet, que ha dado al BCE un reconocimiento internacional comparable o superior al de autoridades monetarias tan legendarias como el Banco de Inglaterra o la Reserva Federal.

El heredero inevitable de Trichet parecía hasta principios de este año Manfred Weber, presidente del Bundesbank, el banco central alemán. Pero su beligerante actitud contra las medidas tomadas por el BCE durante la crisis de la deuda (en particular, la adquisición de bonos griegos, irlandeses o portugueses) le enemistó de manera irreconciliable con París, capital imprescindible para lograr la presidencia del BCE.

También parece haber caído en desgracia el número dos en la carrera, Mario Draghi. El prestigioso gobernador del Banco de Italia no ha cometido ningún error, pero en su contra juegan razones tan subjetivas e inadmisibles como su nacionalidad, intolerable para algunos medios populistas alemanes, o su pasado en la banca de inversión estadounidense (Goldman Sachs). El deterioro de las relaciones entre París y Roma desde que comenzó el ataque el ataque inspirado por Sarkozy a Libia, antigua colonia italiana, tampoco juega a su favor, a pesar de que Draghi no es tanto un candidato del Gobierno de Berlusconi como el favorito de la banca internacional.

Sin una figura como la de Draghi, a la altura del prestigio de Trichet, la sucesión se desparrama en un delta de candidaturas que difícilmente lograrían la mayoría cualificada necesaria en el Consejo de la UE. Hasta el punto de que el Ecofin ya consideran muy improbable que la cumbre europea de junio pueda designar, como estaba previsto, a la nueva autoridad monetaria.

Prolongar al francés

E incluso se baraja prolongar o renovar el mandato de Trichet, una hipótesis que requeriría una reforma del Tratado de la UE o una interpretación generosa del actual (que impide un segundo mandato, pero no excluye una prolongación).

La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Economía, Elena Salgado, se mostró en Gödöllö contraria a esa posibilidad y apostó, en cambio, por prolongar el proceso de selección (incluso hasta septiembre) y acelerar después los plazos para el nombramiento. "Es más fácil acelerar los procedimientos que cambiar el Tratado", señaló Salgado en rueda de prensa.

Cualquiera que sea la solución elegida, la elección del tercer presidente del BCE parece abocada a un proceso tan complicado como la de los dos anteriores. El nombramiento de Win Duisenberg en 1998 provocó un tremendo choque entre París y Berlín. Y la salida del holandés se tuvo que retrasar hasta la definitiva exculpación de Trichet en el caso Crédit Lyonnais.

De nuevo, el nombramiento de un cargo tan trascendental está a punto de desatar una gran batalla de egos, pasaportes y chequeras. Pero en esta ocasión confluyen varios factores que probablemente conviertan la escaramuza de Gödöllö en la antesala de una guerra sin cuartel.

El proceso de relevo del francés llega en plena crisis de la deuda pública, con tres países de la zona euro intervenidos (Grecia, Irlanda y Portugal).

Coincide, además, con un momento de tensión en el seno del BCE, entre los partidarios de endurecer ya la política monetaria y quienes consideran controlada la inflación subyacente.

Por último, el calendario previsto para elegir al sustituto de Trichet se solapa ahora con las temidas pruebas de estrés del sector bancario europeo, cuyos resultados se presentarán a finales de junio. Con todas esas variables, es probable que Gödöllö pase a la pequeña historia de la zona euro como el lugar donde se activó el rescaste de Portugal: Per también donde la UE constató la dificultad de sustituir a Trichet.

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