Los chavales que llevaron a Obama a la Casa Blanca
El próximo sábado, CincoDías ofrece 'Yes, we did' por 3,95 euros.
La veinteañera Rahaf Harfoush condujo junto a su novio durante ocho horas para llegar a Chicago a una entrevista de media hora. Quería convertirse en voluntaria a tiempo completo del equipo electoral de Barack Obama, entonces candidato a la presidencia de EE UU. En la sede central del partido le esperaba el jefe de la campaña online. "Con tejanos y un polo, Chris estaba tranquilo, simpático y gracioso. No te imaginarías nunca que es uno de los cofundadores de Facebook o el arquitecto que hay detrás de una red social política innovadora", señala Harfoush en su libro Yes, we did, que se reparte el próximo sábado con CincoDías al precio de 3,95 euros.
Chris Hughes era otro veinteañero, ya multimillonario por haber fundado Facebook. Era el cerebro por el que millones de jóvenes participaron activamente en la campaña presidencial ganadora. "El chico que hizo a Obama presidente", como le bautizó algún medio estadounidense.
Delante de Obama y su equipo se encontraban los poderosos Hillary y Bill Clinton. Había que ganarles en las primarias, donde la ex primera dama y senadora partía como favorita ante un candidato negro, en alza pero desconocido para la mayoría.
Los primeros pasos se encaminaron a organizar a miles de redes de estudiantes que ya mostraban su apoyo a Obama. Las redes sociales e internet fueron sus herramientas básicas. "La red social oficial de Obama, my.barackobama.com, era la clave de la estrategia de nuevos medios de comunicación. La página, a la que llamábamos cariñosamente MyBO dentro de la campaña, permitía a los usuarios crear eventos, intercambiar información, recaudar fondos y contactar con los votantes de su región. MyBO era el cuartel general digital desde el que la campaña podía movilizar a su ejército de seguidores", asegura Harfoush.
Un ejército al que el actual presidente vuelve a movilizar desde esta semana, en la que ha anunciado que se presentará a las elecciones de 2012, para recabar apoyo de nuevo y, sobre todo, millones de pequeñas donaciones para batir un nuevo récord de recaudación.
Este libro es la hazaña personal de la autora y de un equipo de jóvenes, donde Harfoush hace retratos de algunos de sus compañeros, pero sobre todo un manual sobre marketing en la web. En la actualidad la autora trabaja en el Foro Mundial de Davos y es consultora de estrategia en internet.
Aunque la historia de las redes sociales y Obama se conozca ya, las estrategias resultan novedosas en el campo del marketing digital, no digamos en el campo de la política española, a años luz de los avances en publicidad e internet que provienen de EE UU. ¿Cuántas aplicaciones para iPhone de candidatos a las autonómicas y municipales de mayo existen enfocados a electores convencidos? ¿Alguien ha visto una red social que permita a voluntarios hacer llamadas a vecinos o amigos?
Los móviles, las armas del nuevo ejército
"Para mí, el texto es la forma más personal de comunicación. Tu teléfono está contigo todo el tiempo. Intercambias mensajes de texto con tu novia, con tus amigos... Y ahora también con Obama", explicaba uno de los asesores del entonces candidato.En los mítines, con miles de personas, los directores de campaña pedían por megafonía escribir un mensaje a un número para involucrarse en la campaña, por lo que las listas de suscriptores aumentaban exponencialmente. Y se convertían en el primer hilo de una gran tela de araña. Los asesores utilizaron los móviles para realizar sondeos, incentivar las donaciones y animar aún más la captación de votos.Además, el equipo desarrolló multitud de aplicaciones que permitían a los voluntarios llamar a conocidos y que, además, servían como bases de datos para ir captando a los nuevos convencidos. Incluso, por ejemplo, jóvenes de la costa este recibían mensajes y argumentarios para llamar a sus abuelos residentes en Florida, un Estado crucial en las elecciones, para contarles las bondades de Obama. Y si se lo cuenta su nieto, es más creíble y convincente que si se lo dice un político.