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Qué cartas tan bonitas escribes, bribón

No me canso de leerlas. Y solo cabe agradecerle a Ruiz-Mateos el gran momento que nos ha hecho vivir esta semana. Por varias razones le estoy agradecida. La primera, porque no tengo ni un euro invertido en sus empresas, y por eso puedo permitirme reírme ante los despropósitos de este empresario y su (inmejorable, según el orgulloso padre) prole masculina. Igual le iba mejor si dejara que metiera el cuezo en sus empresas a alguna de sus hijas. Y la segunda, porque ha sido el gran tema de conversación de la semana. Mientras leo y releo las cartas que durante años envió al presidente de Banco Santander, Emilio Botín, y a algunos miembros del equipo directivo de la entidad financiera, me imagino la cara de asombro de los receptores de estas misivas. Hay frases antológicas, al margen de los engaños empresariales que contienen, dignas de un gran guionista cómico: "Querido Emilio, el bueno de tu padre, que en el cielo estará...". "Querido Javier, me tomo la libertad de enviarte copia del estudio psicológico que con fecha 3-1-07, le hice a mi hijo Zoilo...".

Cuando se muestra nervioso y a punto de perder los papeles, se olvida de las formas y sin más le dice: "Emilio: por una vez te pido hagas un acto de humildad y recibas a mis seis hijos varones (inmejorables)". Y se despide con un "Tú sabrás". En algunas de las cartas las despedidas son maravillosas: "Un abrazo fortísimo, mío y de toda mi numerosa familia", "El abrazo más entrañable de tu agradecido amigo", "Aunque no nos veamos, te quiero mucho".

La verdad es que hay que agradecerle que haya recuperado el estilo epistolar, tan perdido y denostado en estos tiempos de SMS abreviados y de acelerada escritura. Ya no recibimos cartas de amigos ni de familiares, en mi buzón solo se acumulan extractos del banco, recibos domésticos y, de vez en cuando, alguna multa de Gallardón. Qué bonito es abrir el correo y encontrarse con una carta, ya no digo con la rica retórica y la verborrea del empresario jerezano, sino con la sencillez con la que se escribían las cartas antaño, en las que no se comunicaban grandes cosas pero hacía ilusión recibir.

Me va a permitir que le escriba unas letras, señor Ruiz-Mateos. "Querido José María, cuando convoque la próxima rueda de prensa, no se olvide decirle a sus hijos varones que lleven a los periodistas más cartas suyas. España entera las necesita, y se lo agradece. Atentamente".

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