El euro exige rigor y más solidaridad
El nerviosismo de los mercados ante la cumbre de la zona euro de mañana denota que la crisis de la deuda pública todavía no ha terminado. Y que puede agravarse de nuevo, empezando por Portugal, si los líderes europeos no dan contenido real al mensaje de firmeza lanzado a finales del año pasado, en el que advirtieron a los inversores sobre el riesgo de apostar contra la supervivencia de la moneda única. Hasta los más recalcitrantes euroescépticos se han rendido a la evidencia de que la Unión Monetaria, con sus imperfecciones técnicas, es un proyecto político irrenunciable. Pero la zona euro no puede conformarse con esa victoria. Debe demostrar también que puede convertirse en una estructura económica sin fisuras.
La cumbre de mañana es la oportunidad para sentar los nuevos cimientos de esa estructura más solidaria. El primer puntal, financiero, requiere un fondo permanente para ayudar a los socios en dificultades. Berlín, por fin, ha aceptado que se trata de un instrumento imprescindible. Pero cabe el riesgo de que la contrapartida para calmar a los contribuyentes alemanes, con un pacto por la convergencia y la competitividad de la zona euro, se convierta en una mera cortina de humo que altere a los mercados. La credibilidad de la zona euro requiere un pacto riguroso y un robusto fondo de rescate.