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Berlín tiene un problema; Bruselas, la solución

Europa, y la zona euro en particular, tienen un grave problema. Y no está en Atenas ni en Dublín. Ni en Lisboa ni en Madrid. El problema se encuentra en Berlín, donde un frágil gobierno de coalición se empeña en resolver la crisis económica con un Pacto europeo de competitividad condenado al fracaso de antemano. Por suerte, también se sabe donde está el antídoto contra ese error.

La solución a los males que sufre la Unión Monetaria (de los que Grecia e Irlanda solo son el síntoma) pasa por Bruselas, mal que le pese a la canciller Angela Merkel.

Sin el control de la Comisión Europea, o de otro organismo federal, su Pacto para imponer disciplina fiscal y macroeconómica será papel mojado. Y los compromisos de rigor y reforma se diluirán cada vez que un Gobierno afronte una cita electoral.

Por desgracia, los gobiernos conservadores, reunidos ayer en Helsinki con Merkel (foto de arriba), no parece que hayan logrado corregir el error de Berlín. Ni siquiera la presencia de los líderes de las instituciones europeas (Consejo, Comisión y Parlamento) en la demostración de fuerza del PPE en Finlandia ha evitado que la declaración final mantenga el carácter intergubernamental del Pacto (cuyo contenido, por otra parte, también es discutible). Solo se incluye una piadosa referencia al "monitoreo" de Bruselas y a la aplicación del método comunitario a las partes del acuerdo que sean competencia de la Unión (¡faltaría más!).

Los observadores atribuyen esta ofensiva de Merkel contra Bruselas a su desconfianza hacia la Comisión Europea. Pero desde su propio partido se le recuerda que la integración europea avanza desde hace 60 años gracias a un modelo que pasa por compartir soberanía a través de organismos multilaterales.

"Si no gusta la Comisión, lo que hay que hacer es cambiarla, no destruir la estructura comunitaria", nos decía esta semana a un reducido grupo de corresponsales el veterano eurodiputado alemán del grupo Popular, Elmar Brok. Y hacía un paralelismo con la política nacional: "Cuando un Gobierno no funciona, se le quita, no se cambia la Constitución". Toda una lección para Bruselas. Y para Berlín.

Imagen: Angela Merkel y el presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, en Helsinki, 4 de marzo de 2011 (foto del PPE).

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