La austeridad pierde adeptos
La austeridad fiscal como respuesta a la crisis empieza a perder adeptos en Europa. Y se levantan voces contra un dogma que, según sus críticos, solo está contribuyendo a retrasar la recuperación del crecimiento y a empobrecer a los más desfavorecidos.
"¿Se puede seguir exigiendo más rigor y más ajuste en la oferta sin gravar las tensiones sociales y desembocar en el proteccionismo?". Con esa pregunta como punto de partida se celebrará hoy un debate en la fundación Madariaga-Colegio de Europa en Bruselas con Henri Sterdyniak y André Sapir como principales contendientes.
Esa convocatoria no es un hecho aislado, sino reflejo de las crecientes dudas en Bruselas y otras capitales europeas sobre la validez de las recetas que se están aplicando para salir de la crisis. Hasta ahora, las críticas procedían, sobre todo, de la izquierda europea y de los sindicatos europeos (como se ve en la foto de una de sus recientes manifestaciones). Economistas como Paul Krugman también alertaron hace tiempo sobre el riesgo de "castigar a la economía real para apaciguar los mercados financieros".
Pero el cisma parece ir a más, sobre todo, porque los países que han aplicado las medidas de ajuste más drásticas, como Grecia, siguen sin recuperar el pulso.
"Ahora, no solo preocupan [en Europa] las consecuencias sociales de la crisis, sino el impacto de las opciones políticas equivocadas que han tomado los Estados miembros y de sus decisiones sobre las medidas de austeridad", advertía la semana pasada la Red europea anti-pobreza (una plataforma financiada por la Comisión Europea) en su último informe sobre las crisis actual.
Incluso el IFO alemán, incondicional de la disciplina fiscal, reconoce que la consolidación radical acometida por los países del sur supondrá un duros lastre para sus economías. Y que existe un gran desacuerdo sobre la conveniencia de aplicar el ajuste de manera inmediata o escalonada para amortiguar los efectos sobre el crecimiento.
El IFO añade, de todos modos, que muchos países europeos (no menciona a España, pero el contexto deja clara la alusión) no están en condiciones de elegir el calendario porque mercados e inversores han dejado clara su tolerancia cero con cualquier titubeo fiscal. De modo que el debate abierto quizá se cierre enseguida, al menos, en algunos sitios.
Foto: Manifestación de la Confederación Europea de Sindicatos en Bruselas (B. dM., 29-9-2010).