El plan de Merkel provoca la ira de Bruselas y de los países pequeños
Merkel y Sarkozy presentaron el viernes en Bruselas un plan de reformas que aspira a fortalecer la zona euro. El resto de socios comparte el objetivo, pero discrepa de algunas medidas y, sobre todo, de la aparente imposición francoalemana. La Comisión Europea, además, considera inaceptable que el Pacto de Competitividad se aplique al margen de las instituciones europeas.
El Pacto de Competitividad planteado por Alemania para fortalecer la zona euro arrancó el viernes con mal pie en Bruselas. Tanto el contenido como su presentación formal provocaron las iras de Bruselas y de varios socios de la Unión, en particular, los países con menos población.
El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, reconoció al término de la cumbre que se había producido "una larga discusión, pero es normal porque se trata de dar un paso muy importante en la coordinación económica y no se puede hacer a la ligera". En la misma línea se expresó el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero: "Está claro que las posiciones en el seno del Consejo son divergentes, pero es normal en un tema de tanta envergadura".
Las objeciones al Pacto alcanzaron a los objetivos concretos del mismo, filtrados en sucesivos papeles extraoficiales desde Berlín. Ni siquiera Francia parece compartir por completo las propuestas de Alemania, que oscilan desde las medidas de política fiscal (armonización de la base del impuesto de sociedades) hasta las destinadas a facilitar la movilidad laboral (reconocimiento mutuo de los títulos de educación). España sí que apoyó los términos generales del Pacto, aunque en el tema de las revisiones salariales según la inflación Zapatero se mostró dispuesto a defender el modelo de la negociación salarial.
En disciplina presupuestaria, en cambio, el presidente del Gobierno anunció que está dispuesto a un endurecimiento de la norma actual (Ley de Estabilidad Presupuestaria) para aumentar el control del gasto de las comunidades autónomas. La fijación de un techo de gasto regional debería discutirse con el PP, para extenderlo a todas las comunidades.
Las críticas al Pacto también se refirieron a su diseño formal. La Comisión Europea y el Parlamento Europeo, en concreto, expresaron su rechazo a la intención de Alemania de excluir a las instituciones europeas de la aplicación del futuro Pacto. El presidente del Parlamento recordó que ese error ya se cometió con la llamada Agenda de Lisboa (pactada en el 2000 en la capital portuguesa) y se tradujo en un rotundo fracaso en la consecución de los objetivos de modernización de la economía europea. La presentación de la iniciativa tampoco satisfizo a varios socios, resentidos por lo que parece ser una nueva escenificación del poder del eje Berlín-París. La canciller Angela Merkel y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, incluso se permitieron convocar una rueda de prensa conjunta para presentar el Plan mientras el resto de líderes debatían las inocuas conclusiones del Consejo sobre el sector energético.
Van Rompuy reconoció que el procedimiento a seguir para lograr el Pacto de Competitividad fue objetivo de un intenso debate. Como primer paso, los países de la zona euro celebrarán una cumbre al máximo nivel el próximo mes de marzo para intentar allanar las diferencias. La convocatoria supone una nueva claudicación de Merkel, que hasta ahora, se negaba a cualquier iniciativa de coordinación que no incluyese a los 27 socios de la UE.
Hacia un mercado único de la energía en 2014
Los debates sobre el llamado Pacto de Competitividad y la ampliación del fondo de rescate eclipsaron el viernes los dos puntos de la agenda oficial del Consejo Europeo celebrado en Bruselas: la política energética y la de la innovación.Esos dos temas apenas merecieron la atención de los 27 líderes europeos, enfrascado en un debate de mucho mayor calado político como la reorganización de la zona euro. El Consejo se limitó prácticamente a aprobar unas conclusiones negociadas con mucha anterioridad por las respectivas delegaciones diplomática. El texto pactado reitera la necesidad de que Europa disponga de "un mercado interno energético en pleno funcionamiento, interconectado e integrado". El acuerdo incluye el compromiso de lograr ese objetivo en 2014. Y añade que "después de 2015, ningún Estado miembro deberá seguir aislado de la red europea de gas y electricidad".El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, calificó de "históricas" estas conclusiones y aseguró que su aplicación permitirá "crear cinco millones de puestos de trabajo".El Consejo confía en que el sector privado financie las infraestructuras necesarias para integrar toda la red, aunque reconoce que algunos proyectos requerirán el apoyo de la financiación pública. "Ese tipo de proyectos deben ser seleccionados con criterios claros y transparentes", reclaman las conclusiones de la cumbre.El mismo plazo, 2014, se fija para crear un Espacio europeo de la investigación. Pero en esto terreno las conclusiones son incluso más vagas que las relativas al sector energético. Incluso Barroso rebajó su valoración del acuerdo sobre innovación: "importante".