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Tribuna
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Propósito de enmienda

Mi quiosquero amigo, Juanfran, dice que, aunque todo el mundo se lo proponga en estas fechas, él no piensa desterrar o reducir sus pasiones en 2011; cuenta que las pasiones son suyas, y que las lleva muy dentro antes incluso de tener mujer e hijos. Padece, sobre todo, dos: las motos y el Real Madrid, y ninguna la comparte conmigo. Naturalmente, la edad (y le falta poco) lo retirará de la velocidad con las dos ruedas, pero lo del Madrid está más difícil; al parecer, lo del fútbol es una especie de religión donde no caben ni herejes ni apóstatas. Servidor, que es bético, lo sabe: cuando el alma se viste de verdiblanca transforma una afición en una forma de vida, en una manera de ser y de estar. Lo crean o no, ser bético es una filosofía…

En lo que estamos de acuerdo Juanfran y yo es en la falta de coherencia que somos capaces de exhibir, sin recato alguno, las personas. En tiempo de crisis galopante, con los mercados en pie de guerra y un sinfín de despropósitos, llega diciembre y parece como si viviéramos en la opulencia: hemos empalmado el "puente" de la Constitución con las Navidades, el fin de año y los Reyes Magos. Como en España el balompié siempre marca el calendario político/económico, y en diciembre hay vacaciones futbolísticas, lo mejor es tomarse un descanso largo, que ya vendrá la cuesta de enero (y de febrero, marzo, abril…) y vamos a necesitar un esfuerzo especial.

Y aún sabiendo que el resultado radica en no abandonar (según Xun Zi), aquí ha descansado todo el mundo: desde los tertulianos/pancomentaristas, que saben de todo, a los aceituneros que obligadamente han retrasado por la lluvia la recogida de ese hermoso fruto que guarda en sus entrañas el aceite de oliva, manjar de dioses. Todos hemos practicado la holganza, excepto los chinos, incluido su viceprimer ministro que nos ha honrado visitando España, prometiendo ayudas, comprando deuda soberana y dedicándonos atención permanente.

Si el inoportuno "cerrado por vacaciones" nos ha servido para meditar y prepararnos para el 2011, bienvenido sea, pero me temo que no es el caso. Por si lo fuera, se me ocurren tres reflexiones:

l Es tiempo de verdades, y no solo porque la verdad nos hará libres, sino porque, como escribió Orwell, "en tiempos de mentira universal, decir la verdad es un acto revolucionario", y aunque solo fuere por la tremenda utilidad práctica que tiene, políticos y mandamases de toda clase y condición deberían aplicarse a la verdad y hacer bandera de su práctica.

Se impone que nos traten (y por nuestra parte hagamos lo propio) como seres humanos capaces de saber qué está pasando, con derecho a conocer cuáles son exactamente los problemas que nos aquejan y también las posibles soluciones; y, en consecuencia, a opinar y a decidir, aunque metamos la pata. El sagrado derecho a equivocarse es el más humano de todos los derechos, aunque no esté recogido en ninguna declaración universal. Se impone desmitificar el futuro y trabajar por el porvenir desde el presente, tomando conciencia de lo que queremos y sabiendo cómo lo vamos a conseguir.

l Profundizar en los llamados intangibles, en lo que representan las personas. Sin seres humanos no hay instituciones, y viceversa. Desde un exigible comportamiento ético (dar cuenta transparente de nuestro actuar personal, institucional, empresarial), se hace preciso seguir invirtiendo en formación y culminar un pacto del Estado que la asegure para las generaciones venideras; promover el Buen Gobierno; velar por la reputación, instalarse en la transparencia como si fuera un camino sin retorno, instrumentar sin miedo ni reticencias políticas de conciliación e igualdad y consolidar la responsabilidad social en el núcleo estratégico de nuestro actuar empresarial e institucional. La sostenibilidad y la corresponsabilidad no solo están de moda, que también; son, sobre todo, el futuro. Para recuperar la confianza y la seguridad perdidas, los valores y la ética son la base y los cimientos de esa nueva sociedad que debemos construir entre todos.

l Ponernos a la tarea; es decir, trabajar, trabajar y trabajar. Y un poquito más los líderes y los que mandan, que son los que tienen que moderar sus retribuciones, dar ejemplo y cumplir con su deber, circunstancia que se olvida con frecuencia.

Ser más productivos está en nuestras manos. Se trata de crear estructuras ágiles y bien definidas, colocando a cada uno en el lugar que le corresponde y donde mejor sepa y pueda desarrollar su talento, con menos jefes pero no necesariamente con menos empleados, aunque -todos- con más formación.

Y eso da de sí este enero con el que principia el 2011, un año en el que, si nos lo proponemos -como decía Borges- la felicidad puede ser frecuente.

Juan José Almagro. Director general de Comunicación y Responsabilidad Social de Mapfre

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