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Tribuna
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El vaso medio vacío de la economía

Dice Woody Allen que él no es pesimista. Al menos, asegura, no deberían tacharle de ello quienes le acusan de ver el vaso medio vacío. "No es un problema de percepción", se justifica él, "¡es que el vaso está realmente medio vacío!". Es difícil no tener una sensación parecida tras ver el debate que, Gobierno y oposición, mantuvieron ayer en el Congreso de los Diputados, a propósito de la situación económica del país.

Y eso a pesar de que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, realizó, casi por primera vez desde el comienzo de la crisis, un análisis de la situación certero y con los pies en la tierra. Rodríguez Zapatero hizo hincapié en las tres grandes áreas que centran la atención económica del país: el desempleo, el estado de las cuentas públicas y las reformas aprobadas y pendientes de puesta en marcha.

En primer lugar, en lo referente al desempleo, el presidente del Gobierno advirtió de que el buen dato de la última Encuesta de Población Activa (EPA) no significa un cambio de tendencia. Para que éste se produzca será necesario que la actividad se recupere, y que lo haga con fuerza.

En cuanto a las cuentas públicas, José Luis Rodríguez Zapatero señaló que aún quedan muchos esfuerzos por hacer para reducir el déficit. Y finalmente, anunció algunas reformas que llegarán en los próximos meses, como la puesta en marcha del Plan Integral de Política Industrial o la reforma del sector energético.

Entonces, si el análisis es el correcto… ¿dónde está el problema? ¿Por qué ver el vaso medio vacío? En primer lugar, por la ausencia de medidas concretas en el discurso del presidente del Gobierno de ayer. Y, en segundo lugar, por el modo en que estos tres puntos -desempleo, cuentas públicas y reformas- están abordándose a través de la política económica.

En lo referente al desempleo, la Encuesta de Población Activa señala que la actual tasa de paro en España está en el 19,8% de la población activa. Y las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), una vez puesta en marcha la reforma laboral, la sitúan en el 19,3% para el año 2011 y en el 18% para 2012.

Estas cifras sugieren que la nueva legislación puesta en marcha por el Gobierno difícilmente generará nuevos puestos de trabajo. Para ello, sería útil seguir las indicaciones dadas por los 100 economistas españoles hace más de un año. La prevalencia de los acuerdos interempresa a los acuerdos sectoriales y el establecimiento de un contrato único indefinido con indemnización creciente por cada año trabajado, servirían para flexibilizar el mercado laboral vía salarios e incentivar, al mismo tiempo, las contrataciones.

Si nos fijamos ahora en las perspectivas para el sector público, hemos de señalar que las principales amenazas vienen del exterior. La mala situación de la economía irlandesa está incrementando la desconfianza de los inversores hacia aquellos países con el mismo tipo de problemas, como España.

Parece, sin embargo, que la existencia del Fondo Europeo de Estabilización Financiera y los recortes puestos en marcha hasta el momento, están ayudando a controlar las dudas sobre nuestra economía. Pese a ello, es necesario el establecimiento de un programa ambicioso de reducción del gasto público consensuado con oposición, corporaciones locales y, sobre todo, comunidades autónomas. æpermil;stas son responsables de la mayor parte del gasto del Estado -36% del producto interior bruto, frente al 22% del Gobierno-. Su implicación es clave para recuperar la confianza de los mercados.

Por último, en el capítulo de las reformas estructurales, hay que resaltar dos aspectos. En primer lugar, algunos temas fundamentales corren el riesgo de no ser tratados. Tal es el caso de la recuperación y el fortalecimiento de la unidad de mercado en España o de la reforma del sistema impositivo en su conjunto. En segundo lugar, la falta de acuerdos políticos está limitando algunas reformas que, como la del sistema de pensiones, deberían llevarse más lejos.

Queda la sensación, en resumen, de que la política económica del Gobierno es más fruto de la urgencia que de un programa diseñado para hacer frente a una grave crisis económica. Ahora que la recuperación asoma en el horizonte, es el momento de trazar un plan, consensuado con todas las fuerzas políticas, para poner en marcha las reformas que nuestra economía necesita para crecer con fuerza. Solo así podremos hacer que, poco a poco, el vaso vaya llenándose.

Gonzalo Gómez Bengoechea. Investigador del IESE

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