"Un arquitecto puede enfocar su carrera hacia la gestión"
La semana pasada inauguró estudio en Brasil. Cree que el futuro de los arquitectos españoles está en el exterior.
Arranca la conversación comentando que más del 60% de los arquitectos que trabajan en el estudio son mujeres. Una muestra de lo que sucede en las Escuelas de Arquitectura hoy día, donde las féminas han copado los pupitres, pero una tendencia todavía discreta, porque muy pocas deciden arriesgar y montar su propio estudio de arquitectura. Carlos Lamela, de 53 años, al frente de Estudio Lamela Arquitectos, confiesa que no es fácil emprender un negocio de tal envergadura y reconoce que él ha tenido la gran suerte de seguir los pasos que inició su padre, Antonio Lamela.
¿Ha habido algún cambio conceptual con la incorporación de la mujer a los estudios de arquitectura?
Sin duda, aunque los resultados todavía no se ven hoy porque ahora se está plasmando lo que se pensaba hace cinco o diez años, pero la profesión se va a humanizar porque a la mujer se le da mejor el interiorismo, el paisajismo, mientras que las cuestiones industriales les gustan más a los hombres. La gran revolución del siglo XX en la sociedad occidental es la incorporación de la mujer al trabajo, lo que sucede es que muy pocas son titulares de despachos de arquitectura. Aceptan puestos de menos responsabilidad que los hombres, tal vez porque compaginar el trabajo con la vida familiar es complicado. La mujer en arquitectura arriesga menos.
¿Es un trabajo donde los resultados no son inmediatos?
Es un gran maratón, una profesión muy larga. Yo llevo 30 años dedicado a la arquitectura, en otras profesiones estaría al final de mi carrera, pero estoy en la mitad de ella. Mi padre, con 83 años, sigue en activo. Tenemos largo recorrido, y esto se proyecta en los edificios, cuya maduración, proyectación y ejecución es de varios años. El aeropuerto de Varsovia (Polonia) lo comenzamos en 2000 y lo acabaremos en 2015. Para la T4 de Barajas tardamos diez años. Solemos estar vinculados a los proyectos porque las reformas son recurrentes, y también se puede asistir a la demolición de una obra.
¿Qué se siente cuando sucede?
No lo he visto, pero creo que no tardaré en verlo. Mi padre vio la alteración completa de la fachada de un edificio que hizo en el paseo de la Castellana y le afectó mucho. Además, los cambios suelen ser a peor. A mí me ha tocado hacer la remodelación de un edificio, que ocupaba unas oficinas de BNP en la calle Génova y ahora es la sede de ING, pero lo hice con gran cariño y sentido de responsabilidad, me sirvió para hacer autocrítica sobre mi trabajo. Todo cambia, los materiales, las técnicas, y yo suelo poner como ejemplo lo que sucede con los coches. Modelos como el Escarabajo de Volkswagen o el Mini han tenido que mantener su esencia pero han sido rediseñados.
De las obras de los arquitectos todos opinamos...
En arquitectura siempre hay gente opinando. En la T4 hay 100.000 personas al día opinando de todo, de la luz, de la distancia, de la recogida de maletas. Para Iberia, esta terminal ha sido clave, un activo para la fusión con British Airways. Todas las profesiones son duras, pero vivimos un momento donde hay una gran fluidez de información. Hay mucha crítica en los foros de internet, pero es difícil tener en cuenta estas opiniones. Los foros de internet son poco precisos, hay que dejarse llevar por la crítica especializada, aunque los comentarios de los usuarios son fundamentales.
¿Cómo afecta la crisis?
No es algo negativo, la crisis implica un cambio. Los arquitectos lo vivimos con gran preocupación. Hay un antes y un después porque no sabemos dónde vamos, tenemos que replantearnos la profesión de forma completa. Cada vez salen más arquitectos mejor preparados de la escuela, son la élite, con buenos expedientes, pero salen al mercado con grandes expectativas y se encuentran con que no hay trabajo. Es frustrante para los nuevos arquitectos, el trabajo es precario y mal remunerado.
¿Qué deberá hacer?
Tendrá que desfocalizar su visión de la profesión, como hicieron en su momento los ingenieros de caminos, unos profesionales que han sabido adaptarse a la situación socioeconómica y hoy son muy valorados en puestos de gestión, incluso en la política. Arquitectos fuera de nuestro ámbito laboral hay muy pocos.
¿Es una profesión vocacional?
æpermil;se es el problema, pero es una profesión tan satisfactoria que siempre estamos esperando esa gran obra. Podemos hacerle la competencia a los ingenieros de caminos porque estamos preparados y combinamos la creatividad con la formación técnica. Debemos tener una visión amplia y enfocarnos a la gestión.
¿Usted lo hace?
Llevo la gorra empresarial y comercial. No es fácil. Ahora somos 70 personas, pero hace dos años éramos 130, y ha habido que prescindir de gente. Nuestro futuro está fuera. Yo le diría a los jóvenes arquitectos que salgan, que se olviden de España.
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50 años de historia y una gran obra por llegar
De su padre ha heredado la capacidad de trabajo y de innovación, así como la tenacidad. Dice que los Lamela no se dan por vencidos, y para todo aquel que desee ver la abultada obra de estos dos arquitectos puede hacerlo en una exposición, Estudio Lamela 50 años, 1954-2004, hasta el 12 de noviembre en la Fundación COAM de Madrid. Las maquetas y bocetos van desde la T4 de Barajas -que levantó junto al británico Richard Rogers-, hasta la Ciudad Deportiva del Real Madrid, el Centro Alzhéimer de la Fundación Reina Sofía o una terminal del aeropuerto de Cracovia. El estudio acaba de inaugurar oficina en Brasil, con un socio local, que se suma a las que ya existen en Polonia y México. Es optimista, pero cree que el sector no se recuperará hasta 2015. Su gran obra, dice, está por llegar.