_
_
_
_
Secretos de despacho

Rigor en Fundación Telefónica

Javier Nadal gestiona con métodos empresariales las actividades solidarias

Piso noveno del emblemático edificio de Telefónica en la madrileña Gran Vía. Javier Nadal (Aren, Huesca, 1949) tiene allí su despacho como vicepresidente ejecutivo de Fundación Telefónica, como reducto de lo que un día fue la planta noble de la operadora, ahora trasladada al conocido como Distrito C, en las afueras de la capital. César Alierta, presidente de la empresa, sigue manteniendo su despacho en la sede histórica, pero sólo para recibir visitas institucionales, no tanto para funciones operativas, igual que otros directivos. Así que Nadal es de los pocos ejecutivos que conservan allí su lugar de trabajo.

Al acceder al despacho, de frente, al visitante le recibe un gran ventanal. Desde la planta novena Nadal tiene unas vistas hipnotizadoras de toda la zona norte de la ciudad, mirando hacia la Sierra de Guadarrama, donde acude los fines de semana a caminar. Pasear por la montaña es uno de sus pasatiempos favoritos, junto a la lectura y a la música, tanto la clásica como la "de mis años jóvenes", explica.

Junto al ventanal, un cuadro con dos viñetas enmarcadas llama la atención. Son dos dibujos satíricos publicados en la prensa local cuando Nadal era presidente de Telefónica en Perú (entre 2003 y 2004). En una de ellas, se ve al directivo dando una papilla al presidente peruano de la época, Alejandro Toledo, como reflejo del supuesto poder de la multinacional española. El actual vicepresidente de la fundación sonríe cuando recuerda aquella publicación, apenas dos meses después de aterrizar de su anterior puesto como presidente de la operadora en Argentina.

"æpermil;ste no es un sitio para estar relajado. ¡Sería un fraude! Recibimos mucho dinero"

Aunque es ingeniero de telecomunicaciones, lleva muchos años dedicado a la gestión, primero como delegado del Gobierno en Telefónica, entonces empresa pública, desde 1985 a 1995, y presidente de Retevisión entre 1989 y 1994. "Ya ni me acuerdo de lo de la ingeniería", bromea.

En 2005, Alierta -también presidente de la fundación- le encargó hacerse cargo del día a día de la acción social de la empresa. "Me propuso esta responsabilidad y me pareció estupendo. Estuve y estoy encantado. Es lo mejor que me ha pasado en mi vida profesional", asegura.

De su experiencia como gestor ha llevado "los métodos empresariales", explica, a la acción de la fundación, básicamente dedicada a programas educativos en los 19 países donde opera Telefónica. "He querido aplicar los métodos de gestión y rigor de la empresa, tanto internamente como en las ONG con las que colaboramos". Preguntado si eso no causa cierta alergia al mundo del tercer sector, reconoce cierto escepticismo: "Al principio nos miraban raros, pero ahora se han dado cuenta de que son más eficientes y trabajan con más rigor. Ha mejorado su capacidad de gestión".

"æpermil;ste no es un sitio para estar relajado. ¡Sería un fraude! Recibimos mucho dinero, no nos podríamos perdonar no gastarlo eficientemente cuando los beneficiarios son personas", justifica. De hecho, reconoce, Alierta está muy pendiente de los números de la fundación: "Me pregunta todo" y en cada reunión de directivos recuerda el valor del voluntariado corporativo. "Nos hemos marcado objetivos cuantificables, medibles. Tengo que rendir cuentas todos los meses". Por ejemplo, anualmente debe aumentar en 50.000 el número de niños beneficiarios del programa Proniño, de erradicación del trabajo infantil, hasta 207.000 para finales de 2010.

La verdad es que los números de la fundación son gigantes, como los de su matriz: 75 millones de presupuesto, 113 ONG como socias y 25.500 empleados trabajando como voluntarios. El papel que le otorga Nadal a la entidad es el de reforzar el desarrollo de los países donde Telefónica está presente, aprovechando el potencial de su conocimiento de las tecnologías de la información. Sobre si hay reticencias de las ONG a estas acciones, reconoce que evidentemente la entidad es parte de una marca, "aunque la fundación no pertenece a la actividad comercial". Incluso explica que gastan menos de un 12% en actividades de comunicación. "Pero Telefónica es quien da el dinero y tiene el derecho a que se reconozca el valor de su acción".

Unido a su estancia en Perú

Nadal reconoce ocupar casi todo su día trabajando, en parte por el desfase horario con Latinoamérica, donde viaja al menos una vez al mes.Su etapa como directivo en Latinoamérica le ha marcado. En el despacho quedan huellas, sobre todo, de su estancia en Perú. Junto a premios como el de CincoDías, otorgado el año pasado a la fundación, tiene varios recuerdos del país andino, como una placa regalada por el sindicato de empleados de la filial de Telefónica cuando acabó su responsabilidad, algo que recuerda con emoción. También guarda un Ekeko, dios de la abundancia, y una carabela regalada por su personal de seguridad en Lima.En las paredes cuenta con varios cuadros de la colección de Telefónica, que él eligió cuando llegó al cargo, igual que hizo con los muebles, que escogió de entre los disponibles en el almacén de la casa. Una estantería repleta de libros y algunas fotos completan casi la estancia. En dos imágenes se le ve junto al Rey, una de ellas cuando la institución recibió la medalla de Bellas Artes, y la otra de su etapa de máximo ejecutivo en Argentina.

Archivado En

_
_