Las divisas ya no bailan al son de la actividad
La ortodoxia económica dice que el tipo de cambio de una moneda refleja todos los fundamentales de la economía a la que representa, así como sus expectativas temporales. Pero tras la última crisis financiera, así como con la irrupción de poderosos actores en el escenario mundial, este paradigma cambiario está en revisión permanente. De hecho, la política monetaria del Banco Central chino condiciona el tipo de cambio de la gran mayoría de las divisas del mundo, así como las balanzas por cuenta corriente de todas sus áreas económicas, y con ellas, el devenir de su actividad, riqueza y empleo. En otras palabras: el mantenimiento de un tipo de cambio artificialmente bajo del yuan, para mantener engrasada la máquina manufacturera y exportadora de la que ya es la primera economía asiática, condiciona el precio del dólar, del euro y del yen, así como el comportamiento de las economías por las que circulan, desde su volumen de ventas hasta los niveles de su endeudamiento público o sus propios tipos de interés. Como en un matrimonio de conveniencia, China financia con su ahorro el gasto público y privado de los norteamericanos, a cambio de que éstos sigan encontrando más atractivos los productos chinos (o americanos hechos en China) que los fabricados en otros lugares.
El pequeño desplome del billete verde de estas jornadas, no obstante, parece estar relacionado con el pesimismo de los datos de actividad en EE UU, refrendados por la Reserva Federal, que una vez más ha advertido de que retomará su activismo monetario y fiscal si fuere preciso para apuntalar la economía. Seguramente, si el compromiso del gigante asiático con la necesidad de financiación norteamericana sigue intacto, el dólar volverá a su sitio. Pero mientras tanto, sea por la política monetaria china o por la debilidad económica americana, son el resto de las grandes divisas las que soportan una apreciación que no parece corresponderse con sus fundamentales económicos.
Mientras, Japón ha replicado, sin dar más explicaciones, al activismo chino con su propias reventas de yenes para abaratar sus exportaciones, Europa se ha limitado a esperar y ver, y el euro comienza a acercarse a valores contra el dólar que cercenan notablemente la competitividad de sus exportaciones. El umbral del dolor para la gran mayoría de los productores europeos está superado y seguramente comenzará a ralentizar sus ventas, única variable que había sustentado el modesto crecimiento en los últimos meses, con la excepción del alemán. Los grandes foros sobre la gobernanza global deben poner en orden también las políticas monetarias que están estrangulando los tipos de cambio y las relaciones de intercambio, a la vez que países como EE UU no pueden seguir dando largas al problema de sus déficits (fiscal y comercial), y esperar que sea el ahorro de un país relativamente pobre quien los financie.