El sector inmobiliario debe purgarse
Lo más probable es que las viviendas construidas durante el presente año apenas alcancen las 100.000, teniendo en cuenta que hasta mayo se iniciaron 40.019 unidades. Esto implica ocho veces menos que las más de 800.000 iniciadas en el récord de 2006. Lo que supone una clara evidencia de que la construcción residencial sigue inmersa en una profunda atonía de la que puede tardar varios años en salir. Aunque es contraproducente que se recuperen cifras como las de 2006, las de este año siguen lejanas de las 400.000 o 450.000 viviendas que se calcula serán necesarias cada año para cubrir las necesidades del crecimiento de la población en España. Y, por el bien de la economía española y de muchos de los actuales parados, es deseable que estos ritmos se alcancen lo antes posible.
Lo que, desgraciadamente, no sucederá hasta que no se recomponga el mercado inmobiliario actual, colapsado por un millón de viviendas en stock. No obstante, los indicios son algo mejores, pues desde principios de año se ha producido un leve repunte en las ventas, empujadas por la banca, primer tenedor de activos inmobiliarios del país, que ha empezado a deshacerse de ellos ante las presiones del Banco de España con un endurecimiento de las provisiones. Y para ello, las entidades financieras se han visto obligadas a rebajar los precios, una receta sobradamente conocida por sus buenos resultados. Sin embargo, existe una gran resistencia del sector a inundar el mercado con gangas, al menos si nos atenemos a los datos oficiales que contabilizan el ajuste de los precios desde máximos entre el 12% y el 16%, lejos de otros países como EE UU, Gran Bretaña o Irlanda, que han registrado caídas de más del 20%. El precio ha sido siempre el verdadero amo y señor del mercado, y si baja lo suficiente, la demanda irá a encontrarse con la oferta.
Los propietarios de los pisos vacíos, ya sean promotoras, entidades financieras o particulares, deben asumir las pérdidas de un negocio que ha dado pingües beneficios durante los años del boom. Como el resto de los sectores y los agentes económicos, deben purgar sus excesos si quieren dar salida a los bienes inactivos, porque no hay posibilidades de recuperación hasta que no se diluya el estocaje, auténtico tapón para la actividad económica.
Pero también es necesario que se reactive el crédito, algo que se ha empezado a notar muy ligeramente en el segundo trimestre, cuando creció la demanda de hipotecas por primera vez desde mediados de 2006. Lo que en ningún caso debe suponer una laxitud en los controles de riesgo de las entidades financieras. No obstante, si las rebajas se acentúan y los créditos se consolidan, es probable que se active una demanda latente, aunque tenga aún reservas de desconfianza hacia el futuro de la economía española.