Los adolescentes, al asalto de la alta dirección
Una escuela de habilidades directivas empieza su actividad para formar a los gestores del mañana.
El clavo que sobresale recibe un martillazo, reza un proverbio chino. Algo que se aproxima a lo que Franco Soldi, creador de del programa Young Potential Development (YPD) -que acaba de graduar a su primera promoción-, opina sobre del sistema educativo al uso: "Un modelo que encasilla a los chicos, que los moldea hasta rebajarlos a todos al mismo estándar de normalidad".
Su socio le dio una idea para solventar este problema educativo tomando un café: un campo de trabajo estival para chicos de entre 16 y 17 años, en el que enseñarles aquellas cosas que no se imparten habitualmente en la escuela y que le hubiera gustado saber a esa edad. El resultado, 38 chavales sometidos a la misma dinámica de cualquier programa de habilidades directivas para altos ejecutivos.
Soldi ha puesto sus 15 años de experiencia docente con directivos de primer nivel de todo el mundo al servicio de estos adolescentes. Pero la iniciativa añade, además, algunas características propias. En lugar de las dos o tres jornadas que suelen durar los entrenamientos para ejecutivos, YPD comprende 12 intensos días de enclaustramiento y trabajo.
Muchos de los jóvenes ya tienen la mirada puesta en su futuro profesional, aunque la mayoría llegó sin tener muy claro a qué dedicarse en la vida. El programa, si bien no es la respuesta a ese tipo de preguntas transcendentales propias de la edad, les ha intentado orientar y profundizar en el conocimiento de sí mismos para ayudarles a escoger mejor a qué dedicarse de cara a un futuro. "¡Nunca había aprendido tanto en mi vida!", resume Jon, uno de los chicos. Casi dos semanas después, algunos ya apuntan maneras: arquitectura, medicina, ingeniería de telecomunicaciones, económicas y empresariales, son algunas de las opciones barajadas.
"Siempre me pregunté por qué ni en el colegio ni en la universidad nos enseñaban aquellas cosas de utilidad que más tarde aprendes en el mundo de la empresa", asegura Félix Muñoz, director de comunicación de Coca-Cola. Este ejecutivo ha vivido la experiencia en primera persona: su hijo ha sido uno de los chavales que han hecho de conejillo de Indias para esta primera generación de YPD. Una experiencia que "le ha hecho madurar mucho en poco tiempo".
El programa comprende multitud de talleres con la intención de instruir a los jóvenes en aquellas materias que no suelen impartirse en el sistema convencional educativo, y que en la vida laboral suponen un valor añadido. "El trabajo en equipo, la creatividad, el respeto por la diversidad y el esfuerzo personal" son los principios que intentan transmitirse en el campo, según Elena Dinesen, directora de recursos humanos de Microsoft. Cualidades que en los chicos "podrían equipararse al del mejor equipo profesional". Elementos de aprendizaje que, además, convierten a esta primera generación de adolescentes en una cantera de gran potencial para cualquier gran empresa, agrega la directora de recursos humanos.
Ángel Cervantes, director de formación de Banco Popular, comparte diagnóstico con Dinesen: "YPD les ayuda a entender mejor las reglas del juego profesional mientras desarrollan aquellos valores que tratamos de inculcarles y que tanta importancia tienen en lo personal y en lo profesional", subraya.
El programa tiene vocación de permanencia. Soldi asegura que ya están trabajando para que en 2011 arranque la actividad del primer instituto YPD. Hasta entonces, los chavales que quieran participar podrán hacerlo el próximo verano por 2.800 euros, o a través de una de las diversas becas que se ofrecen.
La diversidad y la creatividad como maestros
Por un lado, profesores de escuelas de negocios, conferenciantes internacionales, consultores, directivos y monitores especializados componen el diverso cuerpo docente de este particular campo de verano.De otro, un programa nada ortodoxo. Talleres de habilidades directivas, como estrategias para líderes, gestión de tiempo y estrés, acompañados de otras muchas actividades tan diferentes como aikido, taichi o golf. Y todo en un entorno cinco estrellas: el hotel Alba de Layos de Toledo, con todos los medios a disposición de los jóvenes, incluyendo un equipo completo de televisión. Y como es lógico, una tercera arista. Los chavales tampoco han formado un grupo heterogéneo: hijos de directivos y empresarios han convivido con jóvenes de orígenes más humildes. Es el caso de Jimmy, un chico senegalés que hace tan sólo dos años vivió la dura experiencia de atravesar en patera el océano para llegar a Canarias. Según Soldi, "uno de los que mejor resultado han obtenido".Tres elementos que han sido sometidos a una exigente dinámica de trabajo y que ha sido "una auténtica prueba de resistencia". Docentes y alumnos han sido el caldo de cultivo de todo un torrente de creatividad. "La iniciativa aporta una nueva forma de pensamiento, una visión más creativa", afirma Víctor López, consejero delegado de Zinkia entre 2002 y 2007. Para López, el campamento es un instrumento que rearma a los chavales para "aproximarse a la realidad empresarial contemporánea. Algo con lo que tendrán que enfrentarse al emprender su carrera profesional".El escritor y miembro del consejo académico de YPD, Álex Rovira, también ha aportado su granito de arena. "La calidad del futuro es la consecuencia del carácter humano que sepamos crear", apunta en referencia al proyecto. Para el profesor, iniciativas como ésta ayudan a fomentar las aptitudes de los jóvenes y les estimula para tener una actitud más positiva. Las semillas que deben sembrarse en los chicos de hoy.