La hora de los tenaces
Muchos emprendedores hemos echado en falta en esta virulenta crisis, que el pasado año terminó con más de 200.000 empresas, el papel del Instituto de Crédito Oficial (ICO).
El ICO ha sido durante muchos años un instrumento político, manejado por unos y otros, en ocasiones de forma vergonzante. Esto no sería tan grave si al menos en los momentos críticos hubiera dado la cara por nuestras empresas y nuestros emprendedores. Lamentablemente no ha sido así, el Instituto de Crédito Oficial ha dejado en manos de las entidades bancarias la gestión del riesgo, lo que ha derivado en 2008 y 2009 en situaciones surrealistas en las que había mucho dinero a disposición de las empresas de gran tamaño y solvencia, que generalmente no lo necesitaban, mientras que el mercado se cerraba para aquellas que tenían problemas de liquidez, de circulante y de impagos.
Tarde, años tarde, pero al fin llega el esperado anuncio de que el ICO dejará de limitar su actividad a cubrir un diferencial del tipo de interés bancario y por fin asumirá el riesgo financiero de las operaciones, dejando al margen a las entidades bancarias. Se trata de una reclamación histórica, necesaria en una época en la que nuestros bancos no han estado a la altura de lo esperado y no han trasladado el crédito a la sociedad como se necesitaba.
Pero en toda historia feliz -aún no sé si ésta lo será hasta que se concrete- hay un pero, en este caso dos.
En primer lugar, miedo me da comprobar que habrá un concurso público para seleccionar un banco que gestione ese apoyo a pymes y autónomos. Esto quiere decir que aún tardaremos en ver este proyecto hecho realidad en la calle y corremos el riesgo de que al final sólo ganen los de siempre: los bancos.
En segundo lugar, esta medida llega dos años tarde. Es cierto que la Administración suele ser lenta, pero lo habitual no hace que en este caso sea trivial. Cientos de miles de empresas y proyectos de emprendedores han acabado alimentando el sueño de los justos en estos últimos dos años y han tenido que cerrar sus puertas.
Si todo va bien y se cumple la palabra dada, ésta es la hora de los tenaces, de todos los pequeños y medianos empresarios españoles que han aguantado, que se han esforzado y han apostado por sus proyectos, en muchas ocasiones quemando sus ahorros y patrimonio. Podríamos tal vez augurar que los tenaces lograrán ser los primeros en empezar a ver la luz al final del túnel.
Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña. Consejero delegado de Ocio Networks