Revisando los primeros pasos del mesías Obama
El politólogo y periodista Díaz-Cardiel analiza el primer año presidencial
Obama sale retratado como un hombre de consenso, que no ha dudado en sentarse con sus oponentes para aprobar la reforma sanitaria o tras su primer discurso sobre el estado de la Unión
Barack Obama y John McCain, candidatos demócrata y republicano, respectivamente, en la elección presidencial de 2008, no eran tan distintos. Eran más parecidos entre ellos, incluso, que respecto a sus compañeras de partido Hillary Clinton y Sarah Palin, con una visión de liderazgo más revanchista e individualista. El discurso de McCain tras su derrota mostraba a un líder pragmático, que daba la mano al vencedor porque creía en la grandeza histórica de EE UU y en la salvación eterna del sueño americano: la máxima de que con trabajo y un pueblo unido, se superan las adversidades.
El inquilino de la Casa Blanca que nos presenta el politólogo Javier Díaz-Cardiel en el libro Obama y el liderazgo pragmático es precisamente un hombre de Estado, que ha entendido la necesidad de negociar los cambios en un momento crucial, por la deplorable situación económica y porque los EE UU del siglo XXI deben ser construidos por consenso. Si alguien esperaba a un líder radical, se ha encontrado a un presidente sin prisas. "Un estilo que llevó a Obama a pactar con su peor enemigo en la campaña electoral, Hillary Clinton, incorporándola a su Gobierno como secretaria de Estado", reflexiona Díaz-Cardiel, así como McCain se ha convertido en su mejor aliado en el campo republicano, ambos firmes defensores de las políticas de Estado. "Los cambios llevan tiempo, y los grandes cambios, más tiempo aún", dijo Obama en septiembre a los desencantados habitantes de Nueva Orleans, que veían que no llegaban las soluciones prometidas por el presidente. Y es que Obama ha tenido, desde el comienzo de su presidencia, "mil frentes abiertos", recuerda el autor. Desempleo cercano al 10%, quiebra financiera, industria paralizada, crisis inmobiliaria, enorme deuda de las familias, reforma sanitaria y desprestigio de la imagen de EE UU en el exterior, sin olvidar los múltiples retos internacionales, tanto para liderar la recuperación global como en las dos guerras abiertas, en Iraq y Afganistán.
El autor propone en esta obra una revisión del primer año de mandato del demócrata. Que nadie espere un concienzudo retrato de la personalidad del primer presidente negro, sino más bien un análisis del contexto en el que se ha movido Obama, con comparativas con sus antecesores y multitud de datos. No se puede obviar que Díaz-Cardiel es director de opinión pública de Ipsos Public Affairs, es decir, todo un experto en estadísticas. Es, además, periodista, consultor de comunicación y experto en las presidencias de EE UU del siglo XX. Obama sale retratado como un hombre de consenso, que no ha dudado en confirmar al republicano Robert Gates en Defensa ni a Ben Bernanke en la Reserva Federal, ni en sentarse con sus oponentes para aprobar la reforma sanitaria o tras su primer discurso sobre el estado de la Unión. No aparece "como socialista ni de izquierdas", sino como un firme creyente del sueño americano.
Todas las mujeres del presidente
Cree Díaz-Cardiel que tras Obama hay varios pilares femeninos. Son las mujeres del presidente. Dos claramente con importancia institucional y otra, como figura pública en una república presidencialista.La primera es Hillary Clinton, aquella que junto a su marido, el ex presidente Bill Clinton, atacó duramente a su oponente en las primarias demócratas. En Hillary ha confiado para restaurar la imagen de una Administración dialogante en el exterior.La segunda, y tal vez la más crucial en su presidencia, es Nancy Pelosi, la speaker de la cámara de representantes. Esta demócrata de San Francisco, abiertamente liberal, es sobre quien recae el peso de la diplomacia de las negociaciones de la agenda de esta Administración. De sus habilidades políticas dependerá en gran medida convencer a sus compañeros demócratas, y a algunos republicanos, de legislar sobre el cambio climático, la regulación de los mercados financieros, el empleo o las energías limpias.La tercera mujer clave, según este periodista, es la primera dama, Michelle, que "no había pensado nunca que su marido sería presidente de los Estados Unidos". El papel que ha tomado Michelle no es el de asesora, como lo fuera Hillary de Bill en ocasiones, sino la cara más amable de la presidencia, cerca de las causas sociales, como lo pudo ser Laura Bush.