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Columna
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¿Pero qué se esconde detrás?

Los temores sobre la exposición de la deuda de los bancos europeos parecen exagerados. Pero la inquietud sobre la participación del sector de la deuda griega, portuguesa y española ha impactado sobre los precios de las acciones y elevado los costes de financiación. Un análisis del balance de situación de Breakingviews sugiere que, sin embargo, incluso si estos tres países quebraran, la mayor parte de los grandes entidades financieras podrían absorber el golpe.

El contagio se produce por miedo a lo desconocido. En las últimas semanas, los bancos se han quitado el velo sobre su exposición a Grecia, Portugal y España. Sin embargo, utilizando las propias revelaciones y las estimaciones de los analistas, es posible hacer algunas conjeturas sobre el impacto que tendrían los default soberanos.

La cuestión clave es qué pérdidas tendrían que reconocer los bancos si Grecia y otros países reestructuran y renegocian la deuda. Suponga que la quita en deuda griega a raíz de una quiebra fuera del 50%, la deuda portuguesa se anotaría un 20%, y los titulares de los bonos del Gobierno español tendrían que asumir unas pérdidas del 10%.

Si los grandes bancos europeos tuvieran que asumir estos impactos, algunos, sin duda, sufrirían. Sin embargo, a partir de su revelación sobre las tenencias de bonos, ninguno de ellos perderían más de un 10% de su core Tier 1 como resultado directo de los defaults. Esto significa que podrían probablemente absorber el golpe en sus beneficios de 2010.

Sin embargo, una propagación de defaults podría tener un impacto severo en la financiación bancaria. La crisis de la eurozona ya ha llevado a los inversores a limitar su exposición a la industria, dejando que algunas entidades financieras dependan de la liquidez del banco central. Dado que los bancos europeos confían en los mercados para obtener un 40% de su financiación, los defaults podrían provocar una crisis de liquidez en toda regla.

Las instituciones más pequeñas podrían también resultar peligrosas. Las cajas de ahorro españolas y las entidades de crédito regionales alemanas son más vulnerables que sus mayores competidores, y los problemas podrían propagarse rápidamente.

Es difícil valorar el impacto de todos estos factores. Por eso es importante que los reguladores europeos realicen una completa prueba de estrés a su sistema bancario, y publiquen los resultados. La información disponible de los grandes bancos de Europa sugiere que el resultado podría no ser tan malo. Pero teniendo en cuenta todo lo que los inversores aún no saben, es difícil culparles por ser temerosos.

Por G. Hat / P. Thal Larsen

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