La sequía crediticia amenaza el crecimiento
El miedo y la desconfianza vividos en los mercados esta semana cobraron tintes preocupantes que recordaban a la tensión pasada tras la quiebra de Lehman Brothers.
El termómetro del riesgo financiero suma grados, tantos que el miedo y la desconfianza vividos en los mercados esta semana alcanzaron niveles preocupantes, que amenazaban con un crac similar al vivido tras la quiebra de Lehman Brothers. La tregua de los últimos días alivia algo estos temores pero los riesgos persisten y amenazan la recuperación.
El endeudamiento de los Estados se ha convertido en el centro de toda la tensión. Reducir el apalancamiento implica ajustes dolorosos difíciles de acometer en un entorno de crecimiento débil. Todo ello en un contexto en el que el sector bancario, uno de los grandes tenedores de la deuda soberana, sigue herido. Este cóctel explosivo ha provocado caídas en las Bolsas, repuntes de los indicadores de riesgo, ineficiencias en el mercado interbancario y sequía en el mercado de capitales. En definitiva, el dinero ha dejado de fluir con normalidad y si los ajustes fiscales amenazan la recuperación, las menores perspectivas de crecimiento y el parón del crédito aumentan el riesgo de otra crisis de liquidez para la banca.
La situación se complica. La gran pelota del endeudamiento ha pasado del sector financiero al sector público sin que ahora se encuentre un claro salvador a la vista, más allá de las garantías de unos gobiernos sobre otros. El papel de los bancos centrales vuelve a tomar relevancia y está por ver si la barra libre de liquidez garantizada por el BCE hasta final de año, las compras de deuda que ha iniciado así como el mecanismo de rescate anunciado por la Unión Europea ayudan a devolver cierta normalidad al mercado y permiten que los Estados ganen tiempo para poner las finanzas públicas en orden. La evolución de los dos últimos días es esperanzadora y muchos recuerdan que la situación no es tan crítica como en septiembre de 2008 o en marzo de 2009, una vez superada la amenaza de Gran Depresión.
"Los fundamentos de la economía son distintos. La quiebra sistémica está superada. Ya se ha tocado fondo a nivel mundial", explica Tomás Gallo, socio director de Atlas Capital.
Los multimillonarios planes de estímulo puestos sobre la mesa han dado sus frutos. La recuperación económica mundial está en marcha. EE UU ha vuelto a crecer y a crear empleo -la Reserva Federal prevé una mejora del PIB del 3,5% este año- mientras que China sigue mostrando su fortaleza con datos como la subida del 48,5% de las exportaciones en tasa anual en mayo. Incluso Europa ha entrado en la senda de la recuperación y el BCE acaba de revisar al alza las estimaciones para este año entre el 0,7% y el 1,3%, aunque eso sí, las ha reducido para 2011 entre 0,2% y el 2,2%, debido a las peores perspectivas de demanda doméstica.
La gran incógnita ahora es precisamente si los estados serán capaces de reconducir las cuentas públicas sin dañar en exceso la incipiente recuperación en un entorno de alta volatilidad y con un mercado que no parece contentarse con las medidas anunciadas hasta la fecha.
"La situación es frágil y los riesgos son mayores que en cualquier otro momento desde que empezó la recuperación pero en nuestra opinión una comparación con 2008 es exagerada", explican desde Goldman Sachs. "Los gobiernos tienen muchas más herramientas que los hogares, las empresas o los bancos; la deuda de los estados es menor y está menos concentrada en el sector bancario que lo que estaban los activos hipotecarios de EE UU; los balances en el sector privado han mejorado de manera significativa y los shocks que pararon el mundo en 2008, el encarecimiento del petróleo y los altos tipos de interés, no son visibles. Además el sistema financiero de EE UU tiene un mayor acceso a la liquidez", añade Goldman Sachs.
Los riesgos que descuenta el mercado quizá sean exagerados pero los motivos para la preocupación no faltan. Los gobiernos se han convertido en los prestadores de última instancia y las opciones en caso de requerirse nuevos estímulos están muy limitadas. Todo ello sin contar con la amenaza que supondría que los temores sobre las finanzas públicas se extendieran más allá de la zona euro y empezaran a contagiar a otras economías como el Reino Unido o EE UU.
El foco de tensión de los mercados empezó con los problemas financieros de Grecia pero el contagio a otros países europeos con finanzas públicas deterioradas como Portugal, Irlanda, Italia o España no tardó y ya ha empezado a afectar a Francia, una economía considerada sólida hasta hace poco.
El plan de ajuste fiscal aprobado recientemente por el Gobierno de Zapatero o las reformas estructurales de calado que se están acometiendo en el sector financiero y laboral no han servido para calmar en exceso a los inversores. La prima de riesgo que mide el diferencial entre el bono español a 10 años (4,44%) y el alemán (2,56%) al mismo plazo se ha ampliado a 187,9 puntos básicos, tras llegar a tocar récord de 208 esta semana. Un encarecimiento que implica mayores costes de financiación para el Estado pero que también afecta negativamente a la financiación de las empresas pues los tipos a los que coloca el Estado marcan un suelo.
Evitar que la desconfianza que genera España se acentúe resulta determinante pues si se empieza a cuestionar la solvencia del Estado y se cierra el mercado de emisiones públicas los problemas no harían más que acrecentarse. Precisamente esa mayor desconfianza es la culpable de que las entidades de los países centrales sean reacias a prestar dinero a los países de la periferia y prefieran depositar el excedente de liquidez con el BCE, una situación que ha generado ineficiencias en el mercado interbancario y que ha llevado los depósitos a un día con el BCE a niveles récord. El miércoles alcanzaron los 368.978 millones.
España debe 851.069 millones de dólares (702.222 millones de euros) en deuda pública y privada a la banca europea del total de 1,45 billones de dólares en manos del sector financiero mundial, según datos del Banco de Pagos Internacional a cierre de 2009. Los bancos europeos atesoran también 634.560 millones de dólares de deuda de Irlanda; otros 188.598 millones de dólares de Grecia o 240.616 millones de dólares Portugal. Estas cantidades preocupan por el impacto que puedan tener en los resultados en caso de impago, algo que de momento no se vislumbra puesto que los Estados continúan financiándose en el mercado y en caso de que no pudieran hacerlo la UE ya ha aprobado un mecanismo de rescate que se activaría para garantizar la liquidez.
El resultado de la última subasta del Tesoro es una buena noticia y ha ayudado a aliviar tensiones. El pasado jueves colocó 3.903 millones en bonos a tres años tras recibir ofertas por 8.251,7 millones. A tipos mayores sigue habiendo apetito por la deuda española, pues pagó un marginal del 3,3914%, una cifra muy superior al 2,033% de la subasta de abril.
El Tesoro español ha emitido ya cerca de 94.000 millones este año pero aún debe de pedir unos 117.000 millones más para alcanzar los 211.000 millones previstos en los presupuestos generales para cubrir los vencimientos de deuda y la generación de déficit público este año. Está por ver, además, si las estimaciones del Estado no se tienen que incrementar pues hay casas que cifran las necesidades de financiación en más de 230.000 millones.
Los expertos se muestran confiados con España. "El recorte fiscal, medidas de índole estructural como la reforma laboral y la reestructuración del sistema financiero deberían promover una mayor confianza de los mercados, por lo que, aunque a niveles más elevados, España no debería tener problemas en financiarse", explica Joaquín González-Llamazares, responsable de renta fija de DWS Investments.
El problema es que la competencia por captar recursos es alta. Hace unos meses Standard & Poor's estimaba que los gobiernos europeos necesitarían pedir al mercado 1,45 billones de euros. Una cifra a la que hay que sumar también las necesidades del sector privado. "Las necesidades financieras de los bancos europeos rondan los 700.000 millones en 2010 pero sólo han conseguido un 40% de esto. En las últimas 6 semanas los bancos tan sólo han colocado 1.000 millones en deuda sénior. Esto es poco esperanzador y supone un riesgo potencial de crisis bancaria en verano", comenta Jamie Stuttard, de Schroders.
Vencimientos millonarios para la banca
El perfil de vencimientos de la banca española es significativo. En 2010 el sector de cajas tiene que hacer frente a 35.000 millones y el de bancos otros 50.000 millones, además de 85.000 millones en 2011, según AFI. De ahí que la sequía de emisiones recientes haya contribuido a la inestabilidad. "El mercado está cerrado para los bancos españoles pero el perfil de vencimientos no está concentrado en el corto plazo", comenta Darag Quinn, analista de Nomura. Los expertos recuerdan, además, que la banca está preparada para afrontar una sequía de crédito puesto que ya ha hecho los deberes en previsión de posibles tensiones.
Las garantías de liquidez del BCE para el sector financiero de aquí a final de año son una buena noticia para evitar el colapso del sistema. Está por ver si la mayor tranquilidad de las últimas sesiones persiste. Algunos expertos creen que la calma no llegará para quedarse hasta que se implemente definitivamente el mecanismo de rescate de la UE, se aclare el futuro de Grecia, pues aún hay muchos inversores que especulan con una reestructuración de su deuda, y no se vean más medidas encaminadas a reconducir los déficits. Al menos los pasos dados hasta la fecha van en la buena dirección y si el rebote de la Bolsa dura la confianza no tardará en regresar.
El peligro de pasarse de frenada con los ajustes
Unidad política a nivel europeo y actuaciones contundentes son dos requisitos clave para devolver la tranquilidad a los mercados, según los expertos. "Necesitamos respuestas contundentes de los gobiernos para que implementen los planes de recorte fiscal y puedan introducir reformas estructurales para mejorar la sostenibilidad de la deuda y la competitividad", dice Jonathan Bayliss, director de Goldman Sachs AM.Las dificultades que han tenido los países europeos para aprobar los mecanismos de rescate, primero a Grecia y después a nivel europeo, así como la división que se ha percibido en el seno del BCE respecto a su política de compra de deudas han fomentado la inestabilidad reciente.En terreno presupuestario, no obstante, la unidad no ha faltado e incluso Alemania ha sorprendido con un plan de ajuste de 80.000 millones, el 3% del PIB.Credit Suisse alerta, no obstante, del peligro que puede suponer pasarse de frenada con los ajustes fiscales. La decisión de Alemania, de hecho, ha tenido varias lecturas. Los críticos argumentan que es un plan excesivo que retrasará la recuperación de Europa al ralentizar la demanda, mientras que los seguidores consideran que predicar con el ejemplo es una buena manera de acabar con ineficiencias y favorecer la competitividad del futuro.
La solidaridad, un buen camino
El mecanismo de estabilización de la UE tiene buena prensa. Sus bonanzas son claras. Implica una mayor solidaridad en la región, aporta margen de maniobra para ayudar a países con potenciales problemas de liquidez y permitirá ganar tiempo para corregir los desequilibrios fiscales durante los próximos tres años, el plazo de su duración.El mecanismo puede movilizar hasta 750.000 millones gracias a la suma de las aportaciones del aval de la Comisión Europea (60.000), el FMI (250.000) y un vehículo financiero europeo (440.000) creado para emitir deuda europea.Los ministros de la zona euro ultimaron los detalles de la facilidad financiera (EFSF en sus siglas en inglés) esta semana. El economista alemán Klaus Regling dirigirá este fondo cuyo cometido será captar dinero del mercado mediante la emisión de deuda garantizada por los estados miembros del euro para prestárselo a quien solicite ayudas."Ayudará porque es un reflejo de una mayor solidaridad en Europa. Lo que está por ver es si será suficiente", comenta Vincent Chaigneau, responsable de tipos de interés y de cambio de Société Générale. Para acallar temores la UE ha asegurado que en caso de necesidad se ampliará el fondo, pero la esperanza de Europa es que no sea necesario y que gracias a este paraguas ningún país encuentre problemas para financiarse. "Una de los mayores atractivos es que permite emitir deuda a largo plazo, lo que dará tiempo a los gobiernos a poner en marcha los programas de austeridad fiscal", dice Paul Brain, de BNY Mellon AM.En caso de necesidad, los gobiernos garantizarán el 120% de las emisiones para poder cubrir las necesidades del solicitante. Y la aportación de cada país será proporcional a su cuota en el BCE. El vehículo busca asegurar una triple A y la UE ya ha anunciado que hará lo necesario para conseguirlo.Una vez creada la sociedad y con la aprobación parlamentaria de los principales países europeos, incluida en Alemania, se espera que su activación sea inmediata.
La cifra
15,8% es el porcentaje de caída del euro en el año, una buena noticia para las exportaciones, uno de los motores de Europa.